Por Fernando Clavero
La Habana.- La actuación de Cuba en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile fue un fiasco total y esperado. La representación de la isla terminó quinta en títulos, con apenas 30 preseas de oro, y octava si se contabilizan todas las medallas. A pesar de eso, el presidente cubano habla de logros y hazañas.
Desde Winninpeg 1967, una delegación cubana no conseguía tan pocos títulos. Y estamos hablando de 56 años, pese a lo cual el impuesto mandatario habla de éxitos y logros, o al menos eso es lo que refleja la edición de hoy del diario Granma, en una nota para reseñar el homenaje del gobierno a los que compitieron en la capital chilena.
No está mal que los gobiernos congratulen y premien a sus deportistas, pero de ahí a decir que la actuación de la delegación cubana fue destacada, o que el deporte cubano está vivo y sigue estando entre los mejores, va un largo trecho, porque una cosa y la otra constituyen una mentira enorme, tal como nos tiene acostumbrados la dirigencia, el presidente y hasta el diario Granma.
La nota de Granma, firmada por la jefa del equipo de prensa del jefe de Estado, Leticia Martínez, recuerda que la delegación cubana obtuvo preseas que nadie esperó, y recordó que «sabemos lo que hay detrás de cada medalla, de cada presentación, de cada éxito». Vale recordar que los medios cubanos se limitan a publicar notas de los periodistas que acompañan al mandatario como parte de una política trazada tras aquello de que «la limonada es la base de todo», publicado en televisión por Boris Fuentes, que también era de su equipo de trabajo personal, heredado de Raúl Castro.
Según Granma, el presidente «también alertó sobre la necesidad de ‘hacer un análisis autocrítico de las cosas que no nos salieron bien, de las deficiencias que tenemos que superar’. Hay que hacer sobre todo una evaluación rigurosa de los deportes colectivos».
Lo dice así, como si las causas del fracaso de algunos, de que no se consiguieran medallas en deportes colectivos, por ejemplo, haya que analizarlas tanto, cuando todo el mundo sabe cuáles son: no hay instalaciones, no hay condiciones, ni implementos, y cuando aparece algún talento, prefiere dejar el país y competir por otro, como pasa en el voleibol, el baloncesto y ni hablar del béisbol.
Las instalaciones deportivas, como los hospitales y las escuelas -o los edificios familiares de La Habana- se caen a trozos. Las que están más o menos bien en infraestructura, no tienen alumbrado o no hay entrenadores para trabajar con nadie. Y los buenos técnicos los sacaron de sus puestos, se retiraron o se fueron.
Si el mandatario cubano hubiera dicho antes todo eso, uno podría aceptar que lo realizado en Santiago de Chile fue una hazaña, pero lo de decir que «el deporte cubano está vivo y sigue estando entre los mejores», como desacertadamente titula Granma, es mentir deliberadamente. Aunque tanto el presidente, como su equipo de prensa y el diario Granma, nos tienen habituados a eso, una de las razones por las cuales nadie les cree.
DÍAZ-CANEL MIENTE EN HOMENAJE MEDALLISTAS PANAMERICANOS
