VAMOS MAL, CAMILO

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Por Oscar Durán

La Habana.- Miguel Díaz-Canel bajó por la Avenida de los Presidentes junto a sus corderos y llegó hasta el malecón para echarle flores a Camilo Cienfuegos, como si una rosa borrara de un tirón la muerte de uno de los cubanos más queridos por el pueblo.

Por ahí anda el video, detengámonos un momento en él y fíjense en Luis Antonio Torres Iríbar, Primer Secretario del Partido en La Habana. El tipo tira la rosa y se marcha riéndose sin esperar por nadie, loco por llegar a la casa para empezar a beber y que su mujer le sirva un picadito con aceitunas y jamón ibérico. 

Díaz-Canel, por su parte, fue más educado. Se quedó mirando el mar, pensando, quizás, en decirle al Señor de la Vanguardia: vamos mal, muy mal. Pero no tuvo el valor, ni lo tendrá.

Dicen varios habaneros que todos los 28 de octubre el mar está bravo. A mí eso me consta. Estuve becado en F y 3ra del 2009 al 2014 y presencié ese fenómeno los cinco años. Es como si el mar le dijera: no sean hipócritas, comunista descarados.

Camilo siempre me trae recuerdos lindos de la primaria. Cuando estaba en primer grado, había un cuadro de él en la pared que me acompañó hasta sexto. Antes de empezar una prueba, lo miraba fijamente y le pedía salir bien. Siempre se estaba riendo, como si quisiera decirme todo va a estar bien. Y desde ese entonces, nada iba bien. Era el Período Especial y el cubano comiendo picadillo de hojas de plátanos.

Ese cuadro ya no existe, se rompió, como todo en Cuba. Pero hay una cosa que va más allá de lo inexistente: ¿por qué Camilo siempre aparece riéndose? Qué falta nos hace esa sonrisa en estos momentos, que nos provoque tranquilidad y seguridad hacia el futuro. Todo lo contrario a Díaz-Canel, quien con su barrigona deformada y ojeras, nos da una impresión diabólica y de miseria.

Los seres humanos como Camilo, casi siempre los traiciona su misma heroicidad. Eso siempre le molestó a Fidel Castro, tener al lado un tipo de la talla del Héroe de Yaguajay. Quizás, por eso, lo mandó a desaparecer cuando tenía 27 años, la misma edad en la que murieron otros grandes como Janis Joplin, Jimi Hendrix, Kurt Cobain o Amy Winehouse.

Dicen por ahí que Camilo no era comunista, más razones para creer que lo mataron. Desde el mismo momento en que Fidel le pregunta “¿voy bien, Camilo?”, ahí mismo Camilo dejó de ser Camilo. Esa fue su muerte anticipada. No debió estar nunca al lado del tirano. Su gran error.

65 años después, solo nos va quedando el simbolismo de una fecha. Y estamos tan mal, pero tan mal, Camilo, que ni flores tenemos para arrojarte al mar. Perdónanos.

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