RAÚL ALFONSO

ARCHIVOSRAÚL ALFONSO

Por Carlos Cabrera Pérez ()

Madrid.- Otro cubano que muere en playa de extravío, siendo uno de los mejores dramaturgos contemporáneos y coherente en su obsesión de iluminar zonas dolidas de la nación y reivindicar a los marginados.

Su vida daría para un drama en infinitos actos y no me refiero solo a sus avatares cubanos, empezando por la complicada relación con sus padres, que antepusieron la gesta a la familia. No eran excepción, de esos hubo y hay muchos todavía.

Raulito era culto de verdad, sin adornos y exigente hasta la médula, convrtiendo cada ensayo y estreno en un suplicio para los actores, pero él sabía lo que quería contar y cómo quería que fuese contado, cantado y bailado.

Lo conocí en La Habana, cuando ayudado por un amigo común, buscaba sitio para ensayar Giselle de mi corazón, una parodia sobre Alicia Alonso, que no encontraba espacio en las tablas nacionales; y lejos de amilanarse, me puso a prueba, pidiendo pasar al baño, del que salió vestido como bailarina clásica, tutú incluido.

Sonreí y aparté los muebles para que bailara a gusto, desde entonces mantuvimos una relación intermitente, pero siempre cálida. Yo me fui, él se quedó hasta que pudo irse a México y de México a España, con una pirueta que le costó carísima, pero el supo rehacerse y se puso a dar clases en la prisión, ganándose el respeto de reclusos y carceleros.

La última vez que nos vimos, fue Raúl total. Comíamos con el pretexto de Navidad un grupo de compañeros periodistas y, sabiendo que vivía cerca, lo convoqué a los postres. No por tacañaería, sino porque era una comida de empresa.

Llegó mochila al hombro, le pedí una tarta Tres leches, de las que hacía Rafael en Havana Blues y se apoderó de la escena, contó las mil y una noches de La Habana que ya todos habíamos perdido, y mudó a Nijinski a la calle Muralla, en un abrir y cerrar de brazos; pero con esa magia de hilvanar las palabras donde mejor caían, sin concesiones a la chabacanería; que algunos cubanos exacerban en determinados ambientes.

Su compromiso y lealtad con Cuba permanecieron inalterables en toda su trayectoria, y no tengo mejor frase que rendirle tributo con una frase de esta tarde de otro grande de la cultura cubana, Carlos Espinosa, que no pudo acompañarnos por estar de viaje: Tuvo una vida inmerecidamente dura…

Check out our other content

Check out other tags:

Most Popular Articles

Verified by MonsterInsights