MURIÓ BOBI, EL PERRO MÁS VIEJO DEL MUNDO A LOS 31 AÑOS

CURIOSIDADESMURIÓ BOBI, EL PERRO MÁS VIEJO DEL MUNDO A LOS 31 AÑOS

Redacción de El Vigía de Cuba

La Habana.- Bobi, el perro más viejo del mundo, murió a los 31 años y 165 días, que es como decir que un ser humano sobrepasó los dos siglos, por aquello de que la vida promedio de los canes es siete veces más corta que la de las personas.

Bobi vivía en la localidad portuguesa de Coqueiros, donde se hizo famoso, incluso entró en el Libro Guinness de los Récords, que fue quien anunció su muerte al mundo, citando a la doctora veterinaria Karen Becker.
«Bobi vivió hasta los 31 años y 165 días. Falleció el 21 de octubre en su casa de la localidad portuguesa de Conqueiros, donde vivió toda su vida con la familia Costa», dice el comunicado, que  lamentó su muerte y recordó que fue nombrado el pasado 2 de febrero como el perro vivo más viejo del mundo y el can más anciano de todos los tiempos.
El Servicio Médico Veterinario del Municipio de Leiria confirmó que Bobi nació en 1992 y el Sistema de Información de Animales de Compañía portugués (SIAC) verificó su nacimiento.
El Libro Guinness de los Récords resaltó que Bobi tenía muchos fans en todo el mundo, como lo demuestran las más de 100 personas que asistieron a su fiesta de cumpleaños número 31.
«Aunque vivió hasta convertirse en el perro verificado más viejo de la historia, Bobi tuvo suerte de haber llegado incluso a su primer cumpleaños», señaló la organización.
El dueño del can, Leonel, citado por la entidad, explicó que Bobi nació en una camada de cuatro cachorros y los padres de la familia decidieron deshacerse de ellos, «sin embargo, accidentalmente dejaron atrás» al perrito pues estaba «escondido entre un montón de madera almacenada».
Bobi pronto fue descubierto por Leonel y sus hermanos, quienes mantuvieron en secreto la existencia del cachorro hasta que sus padres finalmente se enteraron de su existencia, cuando «ya era demasiado tarde para menospreciarlo», por lo que se convirtió en parte de la familia.
«Gritaron mucho y nos castigaron, ¡pero valió la pena y por una buena razón!», subrayó Leonel.
Según Leonel, tanto la dieta, pues comía exclusivamente lo mismo que sus dueños, como el ambiente «tranquilo y pacífico» donde vivía, contribuyeron a la longevidad de Bobi, que nunca estuvo ni atado ni encadenado y «siempre disfrutó de vagar libremente por la naturaleza que rodeaba su casa».
El dueño considera que ese estilo de vida influyó también en la longevidad de la madre de Bobi, Gira, que vivió hasta los 18 años y en la edad de otro de sus perros, Chicote, que murió a los 22.
«Pero Bobi es único en su clase», destacó Leonel y agregó que era «el último de una larga generación de animales» en la familia Costa.

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