LA ARQUITECTURA INVISIBLE

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Por Rafael Muñoz ()

Berlín.- La Jornada de la Cultura Cubana, celebración anual de significado nacional arraigada a uno de los acontecimientos esenciales de la historia patria, y que institucionalmente compete organizar al Ministerio de Cultura (Mincult) con toda su estructura de las diferentes manifestaciones artísticas que este ampara, esta vez en su spot audiovisual enfatiza en una de sus dedicatorias a los jóvenes artistas

En el esquema institucional que rige en Cuba, cada organismo del estado cubre su propio terreno, quizás con alianzas ocasionales con otros que se vinculen a determinado ámbito de su responsabilidad. Y creo que como regla, otro organismo no toma iniciativa fuera de ese «stablishment», cada quien a lo suyo, y asuntos de economía, de presupuestos.

La Asociación Hermanos Saiz (AHS), por ejemplo, contó en sus inicios con su sección de arquitectura que a finales de los 80´ vivió un momento de resurrección.

Así, la arquitectura cubana, año tras año, celebración tras celebración, no cuenta con un instituto, o consejo nacional que la represente estatalmente, adscrito a ningún organismo, y que para el Mincult «pertenece» al Ministerio de la Construcción (Micons), cuyo lema «Revolución es Construir». 

Quizás por ser su «organismo de relación», el MICONS tampoco reviste un significado especial para la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción (UNAICC).

Probablemente nos preguntemos ¿Celebrar qué, dónde está la producción arquitectónica cubana actual?

El problema, de diversos matices, que tiene como reflejo lo anterior, la omisión, la exclusión, la orfandad, entronca sin dudas, en una postura política de menosprecio-subestimación al rol activo que la arquitectura, y que el ejercicio de la profesión tienen que desempeñar en la sociedad, en la activación de determinados resortes socio-económico y culturales, en todos los ámbitos de la vida nacional, porque todo lo que hacemos ineludiblemente se vincula al medio edificado: pueblo, ciudad, espacio.

Y quién más si no son los arquitectos los que damos soluciones armónicas, como parte de todo sistema de desarrollo, de inversión. Creamos «ese marco poético a la actividad humana» tan necesario para dignificar la vida,  elevarla a un estado de bienestar espiritual.

Entonces, el problema no es solamente en su esencia que no se celebre a la arquitectura, que no se dé visibilidad, el problema parte de reivindicar a la arquitectura en la sociedad, en proporcionarle las vías de organización y de creación flexible, como toda otra actividad creativa-productiva.

El problema es abrir las puertas de la sociedad a la creación arquitectónica plena.

Jóvenes arquitectos cubanos en el trayecto del siglo XX, en su primera mitad, removieron convenciones culturales conservadoras e hicieron progresar a planos de vanguardia la arquitectura cubana. Asumieron la utopía de la Revolución y confirmaron un panorama congruente con los sueños de una nueva sociedad mejor, hasta un punto en que fue relegándose el contenido de la arquitectura, para establecerse como esquema predominante lo meramente constructivo, y luego, cada vez más, lo destructivo. Así van quedando pueblos y ciudades, en muchos aspectos.

En ese contexto mutante, restrictivo, hace cuarenta, treinta, veinte, diez años, siempre ha estado latente el interés pujante de los jóvenes arquitectos por hacer arquitectura, rompiendo dogmas y ataduras. Ese ímpetu ha hallado en su decursar resquicios para expresarse, mínimos, exitosos, en la adversidad.

Así llegamos al presente, a un contexto de otras dinámicas económicas y sociales, que consciente o no, han demandado de la profesión, oportunidad que supieron acoger los jóvenes arquitectos, con esa ilusión de crear y ser parte orgánica de esos procesos.

Negados, excluidos, subestimados. Sin embargo, no pocos jóvenes se fueron sobreponiendo y hallando las vías para crear, para cambiar, mejorar, mostrar que sobrevive la arquitectura, minúscula, pero pujante, impetuosa.

A esa obra valiosa, actualmente prohibida por decreto, a esos jóvenes (de diversa edad) que apostaron por la arquitectura, por una Cuba mejor, a muchos de ellos que ya se cansaron de la negación, de la prohibición, y han marchado a buscar su libertad, deseo especialmente dedicar esta jornada de la Cultura Cubana.

¡A los jóvenes arquitectos cubanos, al Grupo de Estudios Cubanos de Arquitectura (GECA), al espíritu agotado pero no vencido, al pensamiento y al sueño vivo de la Arquitectura Cubana!

(La publicación incluye una representación de la obra reciente y reconocimientos de los estudios y equipos de jóvenes arquitectos, parte de esta muestra íntegra la argumentación enviada a la máxima autoridad cubana en nuestra solicitud de eliminar la prohibición decretada al ejercicio profesional de arquitectos e Ingenieros. Muchos de estos jóvenes ya no están en Cuba.)

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