ERES MÁS FRACASADO

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Por Jorge Menéndez (Especial para El Vigía de Cuba)

Cabrils.- Estimado Díaz-Canel, ante todo quiero darle las gracias por calificarme de fracasado. Si fracasado es levantarme todas las mañanas sin hambre, con luz las 24 horas del día, con un carro para ir a trabajar y con un sueldo que, sin permitirme lujos, me alcanza para pagar todas mis facturas, pues estoy de acuerdo con usted.

Tengo, además, un sistema público de salud que jamás Cuba, ni en sus mejores tiempos, ha tenido, además de otro privado que me puedo dar el lujo de pagar, por 85 euros al mes, con todas las prestaciones derivadas del mismo.

Como verá, mi seguridad social está totalmente cubierta, muy a su pesar. Pero quería centrarme en sus palabras, en esas en las que usted, muy a la ligera y con tamaña ignorancia, se abroga el derecho de dar calificativos a los inmigrantes por el simple hecho de no pensar como usted.

Le diré, además, que después de 65 años de involución, mi sentido común me dice que no puedo estar de acuerdo con su revolución y sí, muy a su pesar, ella tiene la culpa de que yo no viva en la tierra que me vio nacer. El día que usted deje su puesto y caiga en desgracia, quizás la única solución que le quede sea emigrar y entonces sabrá que nadie se va de su tierra por amor al arte.

Vivir exiliado exige vivir sin tu familia, sin tu barrio y sin tus seres amados, implica que afuera, a diferencia de lo que muchos piensan, nadie te espera y, por ende, es un salto en busca de un futuro que te tienes que labrar tú mismo, sin siquiera tener un plato de sopa garantizado por mamá.

Emigrar es pasar una escuela de vida con sus pros y sus contras, pero su revolución ofrecía solo desprecio por no pensar como ustedes, miseria, esclavitud y un futuro negro, por lo que es fácil entender que fueron ustedes quienes nos dijeron que nos fuéramos, quienes nos obligaron a partir.

¿Se le olvidó señor Díaz-Canel aquello de “¡que se vaya la escoria!”? O cuando Fidel Castro se llenó la boca para decir “no los queremos, no los necesitamos”. La vida le ha demostrado que nos necesitan mucho más que nosotros a ustedes.

Pregúntese quiénes son la mitad de los turistas que llenan sus hoteles, o quiénes envían el dinero con lo cual se compra una parte mayoritaria de lo que importan.

Usted no es agradecido, no tiene ni idea de lo que es emigrar. Usted flota en la política cubana, a pesar de que nadie lo traga, y eso es gracias al dinero de la diáspora, por la sencilla razón de que esa revolución, que usted nos trata de vender y ya nadie compra, no produce absolutamente nada, solo miseria y más miseria.

Ahora mismo, si usted deja de ser quien es y baja a la tierra, cambiaría de bando y entendería mis razones.

¿Cuántas veces usted ha pasado el hambre que pasa hoy el pueblo cubano? ¿Cuándo usted ha esperado siquiera cinco minutos un bus en su larga vida de dirigente? ¿Cuándo ha carecido de medicinas? ¿Se le va la electricidad?

Solo me refiero a lo más elemental, no le hablo de educación, ni de futuro.

Muy a mi pesar, señor Díaz-Canel, usted está en el mismo barco, es mucho más fracasado que yo, su revolución involuciona, como la vida del país que » dirige».

Por lo tanto, usted también es un gran fracasado.

La diferencia entre nosotros es que usted llegó a su puesto sin saber cómo, y yo no.

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