Por Esteban Fernández Roig Jr. ()
Miami.- Hace muchos años, siendo yo un niño, escuché a una madre diciéndole a su hija: “Ten mucho cuidado porque en la vida LOS HOMBRES SOLO QUIEREN UNA COSA”, inocentemente pensé: “Sí, queremos que nos cocinen”…
Después aprendí que para la mayoría de nosotros lo primero es la atracción física por una mujer, para después interesarnos en sus cualidades y defectos. Comemos con los ojos. Somos incorregiblemente visuales.
Es decir, no es como que pasa una dama por la acera de enfrente y decimos: “¡Contra, que buen corazón tiene esa chica!”
Me di cuenta de que los hombres, en una fiesta, nunca no vemos en la necesidad de que el resto de los hombres, en manada, nos acompañen al baño. Jamás usted escucha a un hombre decir: “Cheito, voy a orinar ¿me acompañas?”
Vaya, los hombres nos vemos el color de los ojos del resto de los hombres. A la hora de describir a otro hombre decimos: “Sí, chico, es alto, gordo, calvo, pesa como 225 libras, y tiene un tatuaje en el brazo izquierdo”.
Jamás se nos ocurre agregar: “Ah, sí, se me olvidaba, tiene unos ojos azules preciosos”. Esa es una observación que solamente las manifiestan las mujeres unas de otras.
Los hombres no tenemos la urgencia (cuando vivimos solos) de comprarle un marco a una foto. Con un pedacito de scotch tape perfectamente podemos poner la fotografía en la pared.
Tampoco vemos la necesidad de introducir un regalo en una caja y después ponerle un lazo y una bella moña de adorno. Nosotros consideramos que la bolsa que nos da la tienda es suficiente. Y a veces con un cartucho resolvemos.
Nunca un hombre dice al ir a una visita o un convivio: “No, que va, no me puedo poner esos zapatos negros, porque ya mis amigos me los vieron puestos la semana pasada”…
Y por último he llegado a la conclusión de que los hombres, no decimos cosas como: “Estoy anonadado, estoy estresado, no me siento realizado, porque me miré en el espejo y no me encontré regio, el Botox ya no me asienta”.
