Por Macondiano de Baracoa ()
Baracoa.- Hay decisiones que no definen. Hay sugerencias salomónicas, como la de la UNEAC de Guantánamo de que se podría hacer una cuarta estatua de Enriqueta Favez, similar a la que hace muy poco se emplazó en la villa del Guaso, para instalarla en Baracoa.
Fue una propuesta casi «a la secreta», porque se hizo aquí durante un encuentro de la directiva de Cultura y de la vanguardia artística de la cabecera provincial con invitados baracoesos, y al que no fue invitada la prensa, pero sí hubo un periodista.
Pues ante el revuelo en Facebook de baracoesos radicados en Cuba y el exterior para expresar asombro, desconcierto, inconformidad y decepción tras la develación de la citada escultura en un lugar no destinado a ello, ahora se quiso aplacar una actitud de reprobación que nunca debió originarse.
Ya se ha dicho bastante, con sobrada razón, que una estatua a la memoria de la médico que a principios del siglo XIX ejerció su profesión en la Primera Villa donde debe estar es aquí, por respeto a la figura evocada, a la historia de la ciudad donde vivió y trascendió, a la identidad y a la cultura.
La idea de pedir a la embajada Suiza en el país que facilite la reproducción de la estatua de Enriqueta Favez, y al escultor José Villa Soberón que la haga, resulta poco menos que risible. Si Guantánamo no quiere errar más el tiro, solo tiene que desmontar la pieza del sitio donde la colocó y esperar a que sea trasladada hacia Baracoa.
Basta de juego, y de invitación al ridículo. Si es que quienes vinieron quieren reparar un daño, disculparse, que lo hagan esperando por esa escultura que quieren esperen otros. Y si tan deseosos están de atraer adornando sitios con efigies, pueden convocar a sus artistas para que esculpan y honren a Chito Latamblet, Lilí Martínez, Reutilio Domínguez.
Así de sencillo. Seamos serios, obremos debidamente. La estatua de Enriqueta Favez tiene que estar en Baracoa. Solo falta un viaje. Ayudaremos a hacerlo.
