Por John Mamani
La Paz.- Si eres de los que piensas que a los gobernantes les importan los pueblos, quitátelo de la cabeza ahora mismo. A ninguno le interesa más que satisfacer sus ansias de poder, ese ego desmedido que genera el estar rodeado siempre de servidores que asienten con la cabeza, además de la capacidad de decidir sobre los hombres.
Si Evo Morales te pareció alguna vez un hombre humilde, sin pretensiones, olvídalo también. El líder cocalero no quiere compartir su condición de máxima figura del Movimiento al Socialismo (MAS) con nadie. Para él hay un solo salvador de Bolivia: el indio que nació en Orinoca y que llegó al poder en 2006, para abandonarlo por un golpe de Estado en 2019.
Morales estuvo muchos años en el poder. Más que cualquier otro presidente en la historia de Bolivia, pero no le bastó. Cuando propuso a su exministro de Economía, Luis Arce, como candidato a presidente por el MAS, pensó que una vez investido este con la banda presidencial, se plegaría a sus designios y se equivocó. Arce hizo su equipo, se rodeó de su gente e intentó mantener a Bolivia en la solvencia económica de los últimos años, pero se encontró con trabas constantes por parte de Morales.
Arce tiene derecho a reelegirse, pero no lo podrá hacer por el MAS, porque ese partido lo tiene secuestrado Evo Morales, quien se presentará de nuevo como candidato presidencial. Sin embargo, el ahora mandatario tiene ascendencia sobre muchas personas, que se cansaron de Morales, que no comulgan con sus posiciones, sobre todo con esas ansias desesperadas de volver al Gran Palacio del Pueblo, como se llama la nueva casa de gobierno, a como dé lugar.
Lo más probable, sin embargo, es que ni uno ni otro consiga el respaldo necesario para ganar las elecciones, y sea otro partido el que asuma la jefatura del Gobierno. Y estaría bien que pasara, por más que Bolivia haya vivido un tiempo de bonanza tanto como Morales como con Luis Arce, sobre todo porque el artífice de las reformas económicas ha sido siempre este último.
Solo que el líder cocalero no se resigna a su retiro en Villa 14 de Septiembre, ni en Cochabamba, donde se siente casi olvidado. Quiere de nuevo un avión que lo mueva todo el tiempo, helicópteros a su disposición, la casa presidencial de San Jorge, escoltas, homenajes, personas ansiosas por abrazarlo y rendirle honores, y hasta esos viajes por el mundo, con alfombra roja en los recibimientos.
Nada, verá a los tontos de Nicolás Maduro, Daniel Ortega y los Castro y Díaz Canel instalados en el poder y pensará que cometió un error al soltarlo, solo que ya los bolivianos saben que él salió huyendo una vez y tal vez no duden en echarlo de nuevo… si es que gana.
¿QUÉ PASARÁ CON EL MAS EN BOLIVIA? I
