Por Joel Fonte (Especial para El Vigía)
La Habana.- Con independencia de que en nuestra Cuba no gobierna un «presidente», porque, si no bastara la avasallante realidad del reinado castrista, el mismo señor Miguel Díaz-Canel admitió al ser designado por Raúl Castro para ocupar el nuevo puesto en el año 2019 que «el general de ejército seguirá ‘siendo consultado’ sobre las decisiones fundamentales» -un hecho que como anomalía constitucional es solo concebible en Cuba-. Lo cierto es que Canel, quien nominalmente representa al régimen cubano ante el mundo, es asimismo responsable formal de la política exterior de la dictadura Castrista, y sus palabras tienen consecuencias.
Por eso tiene tanta significación, trasciende como ultraje para nuestro pueblo que, tras conocerse la muerte de diez mujeres cubanas migrantes en un Estado mexicano, este señor «lamente» esas muertes, y muestre «solidaridad» a los familiares de las víctimas.
Esas mujeres no son las únicas que han perdido la vida huyendo del régimen castrista por más de 60 años; ese mismo régimen que este señor representa. Ellas son solo unas pocas de las miles de vidas -un día sabremos cuántas- que se han apagado buscando una existencia verdadera que esta dictadura le niega a los cubanos.
Yacen muertos cubanos en las selvas de Suramérica, de Centroamérica -Panamá, El Salvador, Guatemala, Nicaragua- México, en el golfo de México, en el estrecho de la Florida; hay cadáveres de cubanos insepultos en Rusia, en las más remotas ciudades europeas.
Todos son migrantes políticos porque arrebatarles derechos económicos a los ciudadanos de un país; y arrancarles antes la propia condición de ciudadanos, los hace víctimas políticas de una dictadura.
Es el éxodo del nuevo pueblo judío escapando del sustituto tirano Egipcio contemporáneo. Y entonces, cuando cientos de miles de cubanos han llorado por décadas la muerte de hijos, padres, abuelos, hermanos, esposas y esposos, amigos, que nunca llegaron, cuyas vidas pudieron florecer aquí si la libertad de este pueblo no hubiese sido encarcelada, maniatada, sigue ocurriendo que desde el poder emerge la burla.
El día que los cubanos ganemos conciencia definitiva de nuestra fuerza como nación para sacudirnos el yugo, tanta infamia cesará.
Un hombre que no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado.
