CUBA EN LAS PUERTAS DEL ABISMO

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFECUBA EN LAS PUERTAS DEL ABISMO

Por Jorge Sotero

La Habana.- Si los últimos años, los meses más recientes, y esos días que apenas han quedado atrás fueron duros, lo que viene será peor. Tanta certeza de eso tiene el gobierno que ya ha comenzado a soltar mensajitos para que el pueblo se vaya preparando y no lo coja por sorpresa, porque puede ser más doloroso.
Las señales están ahí: Ómnibus Nacionales canceló la gran mayoría de los pocos viajes que le quedaban, el transporte urbano de La Habana mandó a parar los escasos vehículos que tenía por rutas, las universidades del interior suspendieron clases, lo mismo que las escuelas secundarias, y muchas empresas -de las pocas que aún funcionan en el país- pararon y mandaron a los trabajadores a la casa.
No hay personal para los círculos infantiles, ni maestros para las escuelas. Las personas continúan tomando el camino de Nicaragua para llegar a Estados Unidos, a pesar de que saben que la situación en México se ha complicado, que Tapachula se ha convertido en una ciudad demasiado agresiva, o de que en cualquier momento Washington le da para atrás a todo y los deja varados en el camino.
No se encuentra nada que comer. Y la palabra encuentra nunca estuvo mejor empleada, porque no se trata de ir a un lugar, donde sabes que, seguro, podrás comprar alimentos, sino de encontrarlos primero. Incluso, puedes que te tropieces con algún embutido y lo compres, aunque fuiste a buscar arroz, yogurt, azúcar o un jabón.
Y para colmo de males, hoy está prevista una comparecencia de un par de ministros en la Mesa redonda, ese programa de la televisión donde todo está bien, en el que nadie cuestiona nada, y el presentador, el más feo y antipático del mundo en esas funciones, solo sabe asentir con la cabeza, y cumplir con un guion previamente establecido.
Pero en Cuba nada queda al azar: a medida que la situación empeora, que es a lo que va, el gobierno destina más recursos para mantener listos a sus perros de presa. Y ya hay unidades en posición de salir a la calle al primer llamado. ¿Y saben quiénes van a ir delante? Esos mismos: los guardias del Servicio Militar, a los que vestirán de policías y los mandarán como tropa de choque a la primera revuelta, tal como hicieron durante los sucesos del 11 y 12 de julio de 2021.
Los hijos del pueblo, los que están obligados a pasar el Servicio Militar, serán los primeros en enfrentarse a la población, en caso de un hipotético levantamiento, algo a lo que el castrismo sigue temiendo, a pesar de que la salida de cerca de un millón de personas hacia Estados Unidos alivió la presión tras aquellos sucesos de 2021.
El país está en cero. El poco dinero que entra lo destinan a satisfacer los caprichos de la familia real y sus acólitos, y el pueblo a pasar trabajo, aún más. No hay medicamentos en farmacias ni hospitales. Por no haber, no hay en los cuerpos de guardia ni agujas ni hilo para suturar heridas, ni sueros para los tratamientos oncológicos, ni anestesia. No hay, incluso, ni medicamentos para la presión arterial.
Cuba, insisto, atraviesa el peor periodo de su historia de 500 años. No hubo un momento igual desde que llegaron los españoles a la isla, ni en aquellos momentos duros de la conquista. Lo de ahora no tiene nombre, y lo peor es que una parte del mundo -aunque cada vez menor, lo admito- sigue creyendo en las falacias del gobierno, en las justificaciones del bloqueo, cuando lo único bloqueado es la vergüenza y el sentido común de los que dirigen el país.
Cuba necesita un cambio urgente. No puede esperar mucho, porque se va a morir el país, que ya anda moribundo, con sus defensas por el piso, sin sueños, ni ilusiones. Y es mejor sacrificar al gobierno que al pueblo, y ellos tienen que darse cuenta: es la hora de renunciar, de ponerse a un lado y permitir que alguien con más talento, más voluntad y menos miedo, se haga cargo del destino de Cuba.
Y si los que gobiernan no lo hacen -tanto los que dan la cara como los que gobiernan en la sombra- algún cubano digno, de esos de la cúpula militar, tiene que apretarse los pantalones y derrocarlos. No será la primera vez, porque la historia de Cuba ha vivido momentos así y no siempre para peor.
Si Cuba viviera una democracia, jamás se me ocurriría ni sugerirlo, pero estamos en un duro período dictatorial, que dura ya 65 años y que amenaza con dejar al país vacío, por el éxodo y el hambre. ¡Es ahora, cubanos, hagámoslo!

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