Por Ileana Medina Hernández
Tenerife, España.- Mi niña cuando tenía como siete u ocho años me dijo una vez que ella creía que la felicidad era hacer feliz a los otros.
Resulta que eso es lo que dicen las tradiciones espirituales, los libros de autoayuda, e incluso las frases cursis de las redes sociales. Es también la regla de oro de la ética: haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti.
Uno va bandeando la vida como puede, siempre digo que elegimos mucho menos de lo que creemos. Cuando digo eso y mi interlocutor asiente, suelo pensar que esa persona ha aprendido algo de la vida.
Elegimos mucho menos de lo que creemos, pero debemos actuar como si pudiéramos elegirlo todo y organizar la sociedad para que todo el mundo sea lo más libre posible de elegir, que es lo más libre posible de ser.
La felicidad es hacer felices a los otros… Hoy elegí una caja de frutas frescas para enviar a una amiga enferma, y los de la finca trabajaron tan bien, y ella fue tan feliz, que no puede una sino ser feliz también, por mi amiga y por los agricultores que hacen tan bien su trabajo.
A la misma vez, llegó a Pinar del Río una caja grande que mandamos hace más de un mes, «todos contentos» me dicen de allá.
Y a mí se me salen las lágrimas.
Quien tiene la posibilidad de hacer feliz a otro por un momento y no la aprovecha, no ha aprendido de qué va la vida. Que no es más que una cadena de momentos de dar y recibir, amor.
