CULTO A LA PERSONALIDAD

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Por Rafael Muñoz ()
Berlín.- El feed de Google me trae la noticia de que en La Habana este fin de semana ha tenido lugar un evento de carácter mundial. «G77 y China». Pero eso en la prensa cubana no es la noticia. Lo destacable, lo que verdaderamente merece titulares no es la gran reunión, lo que se discuta o se apruebe en ella. La noticia compañeros y compañeras, es que Raúl Castro asistió al evento. Culto a la personalidad puro y duro.
La función y pasión de la prensa cubana y sus periodistas reducidos a Paparazzis es dejar constancia de cada paso del jefe de la casa real. Gracias a este titular sabemos que el monarca ha honrado la cumbre con su presencia.
No es un caso aislado. El culto a la personalidad es parte inseparable de la prensa oficial cubana. ¿Cómo no recordar aquel gran titular de agosto de 1991:
«Inauguró Fidel los XI Juegos Panamericanos…»
¿Habrían tenido los juegos el mismo sabor si Fidel no los hubiera inaugurado? Nadie puede asegurarlo pues de no haber asistido, o existido, el gran líder, aquel disparate no habría sucedido jamás. Al menos no en las condiciones de Período especial, pero eso es otra historia.
Desde entonces ha llovido mucho, mas nada ha cambiado. Tome usted cualquier diario de la isla de cualquier día, de cualquier año y encontrará al menos un titular al estilo:
    * Asistió Fulano al congreso de…
    * Bajo la dirección de Mengano concluyó tal cosa…
    * Descubre un «Sin techo» que el limón es la base de todo.
Con el mismo ahínco que los escribas plasmaban sobre la piedra cada paso del faraón, o el círculo de militares anota presto en una libreta de notas cada palabra del Kim de Corea La Triste, Cuba tiene su ejército de tracatanes siempre atentos para reducir el más grande evento a telón de fondo que realce el balbuceo del anciano líder.
La noticia, el país, la vida y sus acontecimientos sólo tienen razón de ser y son dignos de un espacio en la prensa local, si, y sólo si, puede servir para dar lustre al gran líder.
Que sepan pues todos, que si bien el discurso de apertura lo lee «El Presidente», esto se debe sólo a la  imposibilidad de Raúl de mantenerse en pie por más de diez minutos.
Que quede claro. Que nadie dude ni por un momento que el dueño, quien manda, el centro, el que más mea, aunque solo sea incontinencia, sigue siendo Raúl Castro.

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