VISITA AL MÉDICO DIVINO

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Por Arnoldo Fernández
Contramaestre.- Rumbo a Calle 31, final, del reparto Rosabal, me fui hoy a saber de nuestro Caballero de París, del Médico divino como gusta que lo llamen.
Lo encontré en el corredor remendando un par de zapatos viejos, no me reconoció de inmediato, ya su vista no es la misma, es un hombre de 69 años. Cuando hablé, enseguida dijo:
-Noldi, mi hermano, ¿qué haces por aquí?
-Vine a saber de ti, hace mucho no te veo por casa, te creí enfermo.
-Estoy bien, Noldi.
Nos estrechamos la mano con sincero afecto. Llamó a su hermano y le habló de mí.
Llevé algunas cosas para él, incluido un modesto almuerzo, porque es mi amigo. Las aceptó con inmenso cariño. Su hermano me dijo palabras muy generosas que guardo como un tesoro en mi alma.
Me enseñaron la casa, el patio, la vista del río Contramaestre, era su manera de hacerme sentir muy querido.
Hablamos de la vida cotidiana, sobre todo de los alimentos; quería saber cómo se las arreglaban para llevar los días tan difíciles que vivimos; me contaron de la comida diaria que buscan en el Criollito, de un menú donde sólo el arroz tiene presencia mañana y tarde.
Odelín me bendijo muchas veces, llegó a practicar su método de cura, pues según él, me sentía tupido, así que hice todo lo que me indicó, finalmente me dijo:
-Respira. Ya estás bien.
Agradecí su cura milagrosa, entonces habló de los miles de enfermos que ha sanado en todo el mundo.
En la despedida me pidió que dijera a sus amigos de Cubanos y Contramaestrenses por el mundo, que está bien, siempre presto a ayudar a todo el que lo necesite:
-En calle 31, final, tienen mi casa, aquí los espero siempre.
(Tomado del muro de Facebook de Arnoldo Fernández)

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