Por Javier Bobadilla
La Habana.- Una pequeña tienda de zapatos de hombre en Estados Unidos abre su primer día con 25 pares de zapatos del número 11 y 25 del 12, pero solo 12 pares del 13 y del 14, 10 del 10, y cinco del 9 y el 15. Del 8 y el 16, menos todavía.
¿Suena a problema de matemático, en saludo al inicio del curso escolar? Puede ser. El inicio del curso escolar siempre tiene mucho que ver con los zapatos y la matemática. No obstante, para mí es una abstracción de muchas cosas.
Se entenderá de los números, que encontrar un zapato extremadamente grande o chiquito va a ser difícil.
Shaquille O’Neal, alias «Shaq Attack», uno de los mejores baloncestistas de la historia, mide 2.16 metros, pesa 147 kilogramos -325 libras-, y usa el número 22 de zapato.
Dirán algunos que el Shaq tiene dinero, y se puede mandar a hacer los zapatos para el número que sea sin ningún tipo de problema. También es verdad.
El problema es que cuando el Shaq tenía 15 años, ya medía dos metros y tenía la misma pata que ahora, pero no tenía dinero para encargar zapatos a la medida. Tenía que matar en la misma tienda que todo el mundo, soportar que las dependientas se le rieran en la cara, a escondidas hicieran comentarios indiscretos sobre su anatomía, y le dijeran a la Sra. O’Neal que «mamá, usted a donde tiene que llevar al «niño» no es a la peletería, sino al médico, a verse eso», para al final irse con un 17 o 18 si tenía mucha suerte.
Shaquille O’Neal en realidad tiene el pie del 20, pero usa el 22, porque tuvo que ponerse los zapatos apretados toda su vida, y ahora está tomando venganza.
La tienda de zapatos tiene que ser eficiente. Si compra 25 pares del 18, se sabe que 22 o 23 pares se les van a podrir en el almacén. La fábrica tampoco hace muchos 18, porque las tiendas lo compran poco, y del 20 no hace ni uno. La gente como Shaquille no da negocio. Hay que montarle una línea de producción para él solo. Al dueño de la Nike no le puede importar menos si usa zapatos, o si se envuelve el pie en las pieles de animales salvajes que caza con una rama afilada y endurecida al fuego. Ni siquiera sabe que existe.
No hay nada personal en nada de esto, sólo probabilidades, pérdidas y ganancias.
Cuando el negrón pasa volando pelota en mano con el déo apretáo en el téni’, y revienta el aro, y la cancha enloquece de pie, el dueño de la Nike comprende su error.
«El tipo no tiene el pie tan grande na’. Vamos a empezar a hacerle unos zapatos especiales para él, y se los regalamos, para que todo el mundo sepa que él usa Nike. Rápido, antes que Adidas se entere.»
Súbitamente Shaquille O’Neal es de la gente que da negocio. El sistema se ajusta a la diversidad, y reconoce sus ventajas. Sabe que el 100 por ciento no puede estar satisfecho al 100 por ciento, así que hay que trabajar en base a las probabilidades, y los casos especiales se ajustan.
Hay gente que te dice que no, que ese sistema es injusto. Que lo bueno es tener un solo número de zapato para garantizar la producción, y que ese es el que vamos a usar todos.
Se exige siempre un pequeño sacrificio.
El que tenga el pie chiquito, ya puede ponerle relleno, y cara de «aquí no ha pasado nada», porque si me parece que me equivoqué en el número, me da ansiedad.
Para el que lo tenga grande, aquí tengo a los mejores cirujanos.
