Por El Estado como tal
La Habana.- La comparación de la dinámica agropecuaria actual con la de la crisis del “Periodo Especial” revela el obstáculo que para el bienestar ciudadano presenta hoy el marco político de las medidas económicas. El bache de los noventa se superó con desestatización y con mercados.
En el “Periodo Especial”, la contracción de importantes alimentos nacionales se limitó en muchos casos a uno o dos años, seguida por una recuperación tipo “V”, como ocurrió con las viandas, pero más recientemente, el año 2021 fue el cuarto año de decrecimiento consecutivo.
Los casos del maíz y la leche registraron un patrón parecido al de las viandas. La producción de leche fresca se recuperó muy rápidamente en la crisis de los noventa, aunque luego se mantuvo relativamente estable, pero recientemente la producción de leche no para de caer.
Los frijoles solamente se contrajeron un año en el “Periodo Especial” y luego aumentaron rápidamente, pero en la crisis más reciente, después de un incremento en 2018, la oferta nacional de frijoles se redujo notablemente en tres años.
El arroz tuvo una severa contracción en un año durante el “Período Especial” y luego se recuperó paulatinamente, regresando a su nivel de pre-crisis en el quinto año. Recientemente, el arroz creció inicialmente para luego desplomarse.
La producción de carne de cerdo es probablemente el caso más interesante porque nunca se redujo durante la crisis del “Período Especial”, pero ahora es una de las producciones con mayor contracción. En 2021, era apenas algo más de un tercio del nivel de 2017.
Lo ocurrido en los 90s se explica por diversos factores y existen varios buenos estudios sobre el proceso, pero creo que hay amplia coincidencia acerca de la importancia que tuvo el enfoque “liberador” de medidas que combinaron la desestatización y el mercado.
Fueron importantes dos nuevos marcos legales: el Decreto Ley 142 (20 de septiembre de 1993) sobre el traspaso de tierra estatal a cooperativas UBPC y arrendatarios y el Decreto Ley 191 (20 de septiembre de 1994) sobre el mercado agropecuario.
La recuperación que se hizo evidente en 1995 indica el efecto positivo que tuvieron a corto plazo las medidas desestatizadoras y pro-mercado, representando entonces un cambio relativamente radical en comparación con el modelo agropecuario precedente.
La historia posterior a 1996 indica que no se trató de un proceso lineal y que estuvo sujeto a vaivenes, pero sentó las bases para la estructura de oferta agropecuaria actual en la que el sector privado desempeña un papel crucial en la seguridad alimentaria del país.
Un punto importante que debe retenerse es que la estructura de oferta actual es el resultado de la fase “fácil” de transformaciones desestatizadoras y pro-mercado de mediados de los noventa. Avanzar hoy en ese sentido requiere “saltos” más radicales que no aparecen en el plan oficial.
El esfuerzo “liberador” adicional representaría hoy una etapa “difícil” de la transformación del agro y no se trata principalmente de una dificultad técnica, sino de un atasco de tipo político porque implicaría cambio de propiedad y grandes empresas privadas nacionales.
Hasta donde es posible observar, las medidas oficiales representan hoy un intento de ampliar la zona de confort estatal, combinando una eventual flexibilidad con control estatal, “topes” de precios, la propiedad estatal sobre la tierra, y el freno al capital nacional.
Los asesores rusos del instituto Stolypin han “flotado” posibles propuestas, pero acercando la sardina a la brasa de los posibles inversionistas rusos y son propuestas que contienen aspectos cuestionables.
¿Por qué la burocracia estatal no es hoy tan audaz respecto al agro como lo fue en 1993 y 1994? Pues muy probablemente porque desde el poder político se evita una reforma del agro percibida como pro-capitalista, aunque esa contención provoque inseguridad alimentaria en Cuba.
(Tomado de la página de Facebook de El Estado como tal)
