EL GOBERNADOR DE VILLA CLARA DESCUBRE EL AGUA TIBIA

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Por Patxi Morales
Santa Clara.- Eso de que vives en el pueblo y no ves las casas, se cumplió conmigo y unas declaraciones del gobernador de Villa Clara, Alberto López Díaz, de las cuales me enteré por Facebook, que, según dice, las tomó de Telecubanacán, el canal de la provincia y que casi nunca veo, porque mienten en casi todo.
Sin embargo, el extracto que me encontré en Facebook y cuyo link dejaré en algún lugar de este texto, merece la pena verlo, porque muestra a un gobernador exaltado porque nadie quiere trabajar en el campo, a pesar de que -según él- están creadas todas las condiciones.
«Tenemos 20 máquinas de riego, más de tres mil hectáreas y no tenemos fuerza de trabajo. No tenemos fuerza de trabajo, porque no hay fuerza de trabajo… por el problema demográfico, por los vagos y porque no le da la gana a la gente de ir a trabajar duro», dijo el gobernador, cual si estuviera peleándole a alguien, que imagino sean sus subordinados, esos que en cualquier lugar del país no piden la palabra para explicarle a los que mandan que están equivocados, ponerlos en su lugar y aclararles las cosas.
Yo le voy a explicar a López Díaz lo que sucede con el campo, sus miles de hectáreas, sus improductivas máquinas de riego y la apatía de las personas a la hora de ir a trabajar la tierra.
 https://www.facebook.com/watch/?v=285124800814364

Ante todo, el trabajo en el campo es duro. Más duro que la construcción, que dar clases, que ordeñar vacas, o cualquier otro oficio. Quien no lo ha hecho nunca puede creer que con la tierra ‘disponible’ y las máquinas de riego basta, pero yo le pregunto a este señor ¿cómo se va a labrar esa tierra, con maquinaria o con bueyes? ¿Dónde está la semilla? ¿Cómo serán las labores de cultivo? ¿Cómo se hará la cosecha? Seguro que todo eso será a mano, a pleno sol, por un mísero salario. Y esas cosas ponen a pensar a los posibles obreros, que preferirán vender pizzas a escondidas, o irse a pescar a la presa Minerva para vender después las clarias, que es lo único que se puede coger allí.
¿Sabe, usted, por qué no tienen fuerza de trabajo? Primero, porque no pagan lo suficiente. Y no es que no paguen ahora, no. No lo han hecho nunca. Por décadas consideraron poco menos que esclavos a los trabajadores del campo y todos se fueron. Y a los campesinos que tenían pequeñas parcelas los engañaron en su mayoría para meterlos en cooperativas. Fracaso total.
¿Sabe por qué no tienen fuerza de trabajo? Porque ante la ausencia de oportunidades, la mano de obra emigró. Se fue a Estados Unidos, a México, a Rusia, a cualquier lugar en busca de oportunidades y un futuro diferente para ellos y su familia. Y sabe usted que allá, a donde llegaron como simples inmigrantes, muchos trabajan en el campo, operan tractores, recogen maíz, trabajan con ganado, pero con lo que ganan llevan una vida digna, aunque no sea de lujos.

¿Vagos? ¿Habló de vagos, usted, gobernador? No hay vagos. Lo que hay son personas que no tienen motivación para ir al campo, como no la tienen para dar clases, para ser enfermeros o médicos, o para trabajar en una fábrica. Todo eso porque no alcanza lo que le pagan ni para vivir una semana, porque el gobierno cree que los hombre son esclavos y no le dan ni opciones ni de negociar lo que van a ganar.
No hay vagos, López Díaz. Vagos son esos que forman su séquito, hombres y mujeres de barriga inflada que se pasan los días montados en sus autos dando vueltas por la provincia sin preocuparse por los problemas de las personas, porque los suyos los tienen resueltos.
¿Problema demográfico, dice, gobernador? ¿Se refiere al envejecimiento de la población? ¿Y dónde están las medidas que ha tomado para evitarlo? Han hecho todo lo contrario, acelerar la salida de los jóvenes al exterior, apretar cada vez más la tuerca para que se vayan y luego, desde allá, sostengan al ineficaz gobierno a base de remesas, que es la vía más segura que tienen de entrada de divisas. Si no hay jóvenes, es culpa de ustedes, por los más de 600 mil que se marcharon luego de la pandemia del coronavirus, y el cálculo es conservador, le advierto.
Así que no se moleste. NO se exalte, que usted sabe tan bien como yo cómo funciona Cuba, y por qué las personas no van al campo a trabajar. Póngase en el lugar de ellos y pregúntese si iría o no en un día se agosto a guataquear frijoles en el Yabú, a pleno sol, sin aperos, sin condiciones, con hambre, luego de una noche de apagón y consciente de que le costará más el transporte para llegar que el salario que devengará.
No sea tonto, señor Alberto López Díaz. Y Si lo es, disimule algo. Porque su rabieta no se la creerá nadie. Y si se la cree alguno, no será suficiente como para que convenza a otro de irse al campo a cambio de nada.

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