Por Alina Bárbara López Hernández (Facebook)
La Habana.- Con todo el respeto que merecen las personas que argumentan la necesidad de un cambio de mentalidad del gobierno como vía para salir de la crisis actual, he aquí mi criterio:
La apelación a un cambio de mentalidad y a una revolución en las ideas, intenta crear la imagen del progreso entendido como cosa hacia dentro, y no como el despliegue de las fuerzas externas, y se ha convertido de este modo en una filosofía de la parálisis.
No existe nada tan conservador, tan sutilmente desmovilizador para las sociedades en crisis, necesitadas de cambios estructurales y transformaciones profundas, que el requerimiento a un cambio de mentalidades, al rescate de valores o a la defensa de conceptos. Esto sería invertir el axioma materialista de que las personas piensan de acuerdo con cómo viven, y sugerir que transmutar las formas de pensamiento es suficiente para una evolución de la vida material.
La solución a la crisis cubana indica una clara salida POLÍTICA. Ya no es posible revertirla intentando reformas imprudentes que agravan cada vez más el escenario social.
La clase dirigente intenta encabezar las transformaciones que la conduzcan de un socialismo burocrático de Estado a un capitalismo autoritario de Estado sin perder el poder. Para ello requiere mantener a la ciudadanía excluida y apartada de las decisiones mediante el miedo a la represión y el incumplimiento de la Constitución de 2019.
Lo que acontece en Cuba hoy es muy grave, pues ni siquiera en la Asamblea Nacional se discuten formalmente cuestiones esenciales como el tema de la deuda externa y la reciente e impopular medida denominada «bancarización».
Quienes deseen cerrar los ojos a la realidad que continúen dedicando análisis a convencer al gobierno de cambiar «su mentalidad». Yo seguiré defendiendo la propuesta de una Asamblea Constituyente elegida democráticamente para redactar una nueva constitución aplicable en todas sus partes.
