Cuba. ¿Fútbol? En Chile odiamos a los comunistas

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Por Ernesto Rojas

Concepción, Chile.- Si usted vive fuera de Cuba y le gusta el deporte, entonces me va a entender. De lo contrario, deje la lectura aquí mismo y póngase a hacer cosas más importantes. A fin de cuentas, voy a hablar de mi experiencia en el partido amistoso Cuba-Chile disputado el pasado domingo y, probablemente, se está enterando conmigo de que los cubanos tenemos selección de fútbol.

No obstante, me dio alegría llegar a la ciudad de Concepción y ver a mis coterráneos saltar a la cancha y jugar con un rival impensable de enfrentar años atrás. Lo más gracioso de todo es que uno piensa que Cuba avanza con este tipo de cosas, pero no, seguimos estancados donde mismo nos tiraron allá por el 1959.

Chile sí es otro país desde hace rato. No se quedaron detenidos en el tiempo. Concepción no es su capital y tiene un desarrollo urbano increíble, lugares de atracción para todas las edades, un transporte público aceptable y la vida cultural es de las mejores en el país. Queda a 500 kilómetros de Santiago.

Hasta ahí llegaron los seleccionados cubanos. Hacía un frío terrible. La temperatura osciló entre los 4 y 10 grados celsius. En el estadio había un ambiente increíble, casi todos los chilenos con camisetas de color rojo. Ellos sabían que Cuba era un rival de cuarta categoría, así y todo el estadio Ester Roa estaba lleno.

Había poca presencia de cubanos. Cuatro o cinco banderas en todo el estadio. En el palco VIP se podía ver al personal diplomático de la isla disfrutando a toda comodidad, sin ningún tipo de complejos. Así funciona la dictadura, como un capitalismo de estado.

El día anterior, había pasado por el hotel de concentración de los antillanos porque uno de sus jugadores -me pidió no decir el nombre- es mi amigo de la infancia y le llevé varias cosas de regalo para él y su familia. Su alegría se veía en la cara. Lamentablemente, el deportista cubano se enfoca más en resolver sus problemas personales que estar pendiente de su rendimiento. No los culpo a ellos, la culpa es de Fidel Castro y su comunismo asqueroso.

“Bro, está bonito el mono deportivo que traes”, le dije.

“Muchacho, esto lo dieron por adelantado. Es el de la Copa de Oro. No tenemos patrocinador y, por lo menos, pudimos agarrar esto”, ripostó mi amigo.

Esa es Cuba, el país donde te dicen que La Habana es ciudad maravilla, una parte de Varadero tiene la mejor playa de Latinoamérica, pero el gobierno no tiene presupuesto para vestir a su Selección Nacional de Fútbol. 

La pelota empezó a rodar justo a las siete de la tarde. Desde las cinco estaba allí. Alcancé a comprar en los palcos bajos pensando en una mejor ubicación, pero me equivoqué. Se disfruta mejor en la parte de arriba. Pagué la novatada.

Me senté al lado de un chileno. Pensé que mi primera visita a un partido de fútbol fuera de mi país iba a ser increíble, pero nada de eso. Casi termino a los golpes con la persona que me tocó al lado.

Cubano, el fútbol no es para comunistas. Esto es un gran negocio y Fidel siempre fue un estúpido haciendo negocios, inició aquel señor de unos 67 años.

 Me hice el sordo, mientras Chile empezaba a dominar el partido, atacando y atacando. Cuba se defendía como podía y apenas tenía salida. Era una pelea entre león y gato. Desde el minuto 12 ya el estadio se venía abajo por el primer gol del centrocampista Marcelino Núñez. La fiesta recién empezaba.

Los otros días estuve en Miami y me molesté al ver cómo los cubanos se hacen los valientes en Estados Unidos, protestan por cualquier cosa y ninguno hizo nada estando en Cuba para sacar a esos miserables del poder. Ustedes carecen de capacidad y coraje para vivir libres en la tierra que les pertenece. Aprendan de nosotros, nos quisieron subir 30 pesos -0,038 dólares- en el pasaje del Metro y salimos a la calles a reclamar nuestros derechos,  volvió el chileno con el mismo teque.  

En eso vino la algarabía en todo el estadio porque el local Rodrigo Echeverría anotó el segundo tanto del encuentro, al minuto 28. Era el inicio de una paliza anunciada. 

El elenco antillano no mostraba fútbol. La defensa rival estaba de vacaciones y el portero Cristóbal Campos andaba tomando unos lagers como si estuviera en una playa de Guardalavaca.

Fíjate si el comunismo ha hundido a Cuba que ahora mismo no hay papel Confort en tu país -papel sanitario-. Vergüenza debería darle en pleno 2023. Salgan a las calles, reclamen, díganle en su cara a Raúl Castro asesino y dictador, ¿cachai?, se entonaba más y más el chilenito.

La verdad no estaba para decirle cuatro cosas a ese señor. Además, para ser franco, el tipo no estaba diciendo mentiras. Sin embargo, no me da la gana que alguien sin conocerme venga a decirme lo que yo tengo que hacer. Mi paciencia se estaba agotando. Cuando diga la palabrita huevón, se va a formar la grande.

El juego iba por el minuto 68, Marcelino sentenció la cuenta con su segundo gol de la noche. Los cubanos estaban locos por terminar el encuentro. El frío y el rival destrozaron a un elenco carente de nivel futbolístico. Tres a cero. Suficiente.

Bueno, cubano, me voy. Apenas me pescaste – significa hacer caso-. Te di una clase de fútbol y de cómo ponerse los pantalones ante la peor dictadura de Latinoamérica. Suerte, hombre, finalizaba el señor.

Mira, huevón, -yo sí se lo dije-, hasta ahora estuve callado oyendo tu “conferencia”. Ustedes se hacen los guapos porque viven en democracia y nada les va a pasar. Las leyes los protegen. En Cuba tú dices “Abajo la Dictadura” y  te pueden meter 10 años en una cárcel. Sí, los cubanos debemos ser más agresivos con esos dictadores, pero tú no me vengas a decir lo que yo tengo que hacer porque te descojono ahora mismo.

El hombre desapareció. Los jugadores cubanos también desaparecieron de la cancha. En Cuba, posiblemente, nadie vio el partido. Yo también voy a desaparecer de Concepción. Ni siquiera sé quién soy ahora mismo. Creo que me he congelado de frío, no siento mis pies. 

Si piensas que cuando sales de Cuba, te liberas de ella, andas muy equivocado. Cualquiera te la puede recordar, incluso, en un juego de fútbol. 

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