(Tomado del muro de Facebook de Adalixis Almaguer)
La Habana.- La ciruela es mi fruta preferida. (Spondia purpúrea -dicen los que saben)
De pequeña yo veía el mundo como un lugar horrible a través de los ojos de mi abuela. La pobre arrastró como pudo sus insatisfacciones y las fue proyectando a los cuatros vientos hasta hoy que la mente poco a poco la va dejando a un lado. Para ella las vacas eran seres monstruosos que te comían sin pensarlo de un bocado, aprender a nadar era la receta segura para ahogarse, montar bicicleta y trepar árboles deportes de alto riesgo nunca practicados por hembras, y las ciruelas eran un fruto venenoso que podía llevarte a la muerte si comías más de una. (Igual que los guineos manzana)
Crecer al amparo de mi abuela me hizo fuerte. Rebelarse contra tanto nunca fue tarea para los flojitos de espíritu. Y mis disensos familiares empezaron por las ciruelas que escondía como podía para comer a deshora cuando no me viera. (Los disensos al poder dictatorial empezaron por los libros prohibidos). Para mi pena la temporada de cosecha siempre duraba muy poco. Y entonces escabullaba entre la ropa hojas que luego mordía para sentir el zumito ácido en la lengua, para imaginarme comiendo la pulpa amarilla.
Hace años que no muerdo una hoja. Hace años que Mayo y el conseguir ciruelas están marcados en mi calendario como si fuera un cumpleaños que no quiero olvidar. EEUU, país que tiene todo en los mercados, no comercializa ciruelas. (Ya, no me digan que el plum -esa horrible cosa púrpura- es una ciruela) Pero los «cuentapropistas» sí las tienen. Te toca manejar y cazarlas pero están, escurridizas donde menos lo esperas, escondidas en una heladería, el anacronismo de mi placer, guiñándome un ojo.
No me malinterpreten. No me quejo porque este país no tenga ciruelas en los Winn Dixies y en los Publix. Tanto me ha dado esta nación. Más que la Cuba que me vio nacer. Hasta sarpullido cuando oigo a la nueva oleada de cubanos quejarse de que el papeleo es enorme, las colas para legalizarse cansonas, las leyes injustas… y el bla bla bla que me pone los pelos -y otras cosas- de punta.
Este país es land of the free because of the brave. Para probarlo no trabajamos hoy aunque muchos crean que es National Barbecue Day. Obligación de recogernos a nosotros NO tiene. Por muy violentados que lleguemos, por muy desamparados que estemos.
Si usted tiene quejas vaya a las oficinas del Comité Central. Si no le gusta, regrese por donde vino. Vaya a pedirle ciruelas al singao de Diaz Canel. Vístase las bolsas testiculares y libere su tierra.
