(Tomado del muro de Facebook de Eduardo Rodríguez González)
La Habana.- Una Ley de comunicación, por muy actualizada que se pretenda, no hará comunicador al que no es comunicador aunque tenga un título colgado en la pared. Una Ley de comunicación, aunque la actualicen todos los días, no va a impedir que los que quieren decir algo se queden callados.
El acto más grande y efectivo de comunicación es la realidad misma, esa que usted ve, palpa y olfatea, esa que duele o alegra, esa que motiva o deprime. Puede que a muchos no les guste que se hable de «la realidad», sobre todo porque cada quién ignora de esa realidad lo que mejor se acomoda a su discurso. Pero eso no cambia nada. La realidad, como el dinosaurio, está ahí apenas uno abre los ojos.No tiene hambre el que tiene pan, y el que tiene pan jamás entenderá el hambre del que no lo tiene. Son dos realidades diferentes. El que acaba de comer habla de Marx, de Borges, de Camilo José Cela y de lo bueno que sería que los campos fueran más productivos, de que los peces pudieran, al fin, multiplicarse, y de lo milagroso y necesario que sería ver en la calle más sonrisas que tristezas. El que acaba de comer y se duerme, sueña en paz con futuros posibles. El que no tiene pan, habla de pan. Y si se duerme, sueña con pan.
Medidas se tomaron para que haya pan, y no hay pan, para que hubiera peces y no hay peces. Medidas se tomaron para hacer cumplir la ley y le metemos veinte años al que tiró una piedra contra una vidriera y sobrellevamos al que estafa, al que roba y al que mata. Le ponemos 3000 pesos de multa al que asesina a un gato y 500 al que maltrata a un niño. ¿Qué justicia es esa?Los niños en las escuelas no tienen merienda y el almuerzo dista mucho en la cantidad y calidad indicadas por las normas, pero el que roba, el que estafa, el que viola y el que asesina, tiene garantizado el desayuno, el almuerzo y la comida pagados con el dinero que sale del lomo de la ciudadanía. ¿Qué justicia es esa?
Quisiera de todo corazón que algún comunicador graduado y autorizado me dijera para qué casos específicos se restableció la pena de muerte en el Código Penal vigente. ¿Cuántos crímenes debe cometer el asesino? ¿Hay que ser un asesino serial? ¿El que mata para robar una motorina, o un teléfono, o una cartera, es un delincuente menor? ¿Paga con diez años de cárcel la tristeza de la familia, la orfandad de un hijo o el desconsuelo eterno de una madre? No sé si puedan responderme, pero si pueden hacerlo, háganlo de manera decente. Después del asesinato de la familia de Matanzas no creo tener paciencia para decir cosas bonitas.
