Por Anette Espinosa
La Habana.- El gobierno de Vietnam se propuso salvar a la dictadura cubana, según los propios medios de prensa de la isla, quienes le han dado amplia cobertura a la visita oficial a La Habana de Vuong Dinh Hue, el presidente de la Asamblea Nacional del país asiático.
Hanoi ya envió a Cuba cinco mil toneladas de arroz, que deben llegar en los próximos días, una cantidad que se ha hecho habitual en los últimos años, pero la ayuda del país asiático no termina ahí, porque ahora su gobierno dice que garantizará el suministro estable del referido cereal al mercado cubano.
Los cubanos no veían con buenos ojos el arroz proveniente de Vietnam y en años anteriores lo tenían en el último escalón en las preferencias de consumo, luego del brasileño, el uruguayo y el boliviano, entre algunos otros que llegaban a la isla. Sin embargo, ante la escasez del referido producto, tendrán que hacer bueno aquello de que ‘ante la falta de pan, se come casabe’.
Hace unos años, incluso, un dirigente vietnamita de visita en la isla, donde estudió, se mostró preocupado por la mala opinión entre los cubanos sobre los productos de aquel país, en referencia clara al arroz, aunque lo justificó con el argumento de que era culpa del gobierno comunista, que “siempre compra lo más barato del mercado”.
Ahora, Vietnam se ha tomado en serio lo de salvar a la dictadura y ampliará su presencia en la Zona Franca del Mariel, así como su colaboración en otras ramas, según trascendió en las últimas horas, luego de concluido el Foro de Promoción de Comercio e Inversión Vietnam-Cuba, celebrado en el icónico Hotel Nacional.
Según Prensa Latina, se firmaron cuatro memorandos de entendimiento entre las partes, que vinculan a la aviación, la construcción, la electricidad y el petróleo, sin que quede claro cómo la nación asiática influirá en estas ramas, como ocurre generalmente.
La nota cita declaraciones de los presentes, intenciones supuestas de ambos gobiernos, acuerdos en otras ramas como la salud, la industria biofarmacéutica y la agricultura, que debe incluir convenios para la transferencia tecnológica de semillas de maíz, esto último según el recién reelecto presidente de la Asamblea Nacional de Cuba, Esteban Lazo.
Lo cierto es que los vietnamitas, cuya economía ha dado un salto importante en las dos últimas décadas, aún le agradecen a La Habana por su solidaridad en el conflicto con Estados Unidos de hace medio siglo, y cada año realizan importantes donaciones de productos de diferentes utilidades, entre ellos alimentos.
De la misma forma, se han asentado en el Mariel, con empresas que garantizan el abastecimiento de pañales para niños y ancianos, y donde comenzarán a producir detergentes, líquidos y en polvo, productos de una gran demanda en la isla casi desde tiempos inmemoriales.
Los nuevos acuerdos, que incluyen compromisos que Cuba debe cumplir y que es muy posible que no lo haga, podrían representar un espaldarazo tremendo al régimen de La Habana, acogotado por la pésima gestión de sus cabecillas, quienes buscan aceleradamente ayuda foránea, razones por las cuales han llegado a esta capital tres importantes dirigentes rusos en los últimos tres meses, el último de ellos el canciller Serguéi Lavrov.
El diplomático dijo hace unas horas, poco antes de volver a su país, que Moscú estudia el envío de petróleo a La Habana y que analiza un préstamo para exportarle trigo, pero nunca dijo que el país euroasiático, necesitado de divisas con las cuales solventar su guerra en Ucrania, vaya a regalar ni a donar nada.
Cuba, sin embargo, insiste con los rusos y con cualquier otro gobierno al que le puedan sacar algo, una labor en la cual los embajadores de La Habana parecen mendigos, gestionando donaciones, a veces de cantidades ridículas de cosas, que luego la prensa oficialista se encarga de publicitar.
Lo de Vietnam, recuérdenlo, es un intento más, otra cura superficial para un gobierno que desde hace mucho tiempo es inoperante y que no tiene salvación.
