Jeroglíficos en el baño.

ARCHIVOSJeroglíficos en el baño.

Por Ramón Muñoz Yanes. Tomado de su Facebook

Islas Canarias.-Lo primero que hice fue comprar un mapa a escala, a un militar del barrio. y calculé la posición exacta de la casa. La longitud y la latitud corregidas en tres ocasiones, fue lo primero que anoté en la pared del baño, sobre el pequeño ventanuco que tras un metro de distancia, dejaba ver los bloques en cueros del cuarto de mi prima Estrella. Con nombre de asteroide y nacida justo el seis de enero, a mi prima siempre le gustaron los negros, quizás subyugada por el mito de la proporción entre dimensión y placer, pero fue incrementando la melanina en sus relaciones, trigueño, mulato claro, mulato oscuro y el que tenía en el momento de mis investigaciones, ya tenía la tintura exacta de los teléfonos públicos. Hace casi tres décadas que salí de Cuba, pero siempre pensé que mi prima terminaría sus días en una montaña del Congo, de concubina de un corpulento espalda plateada.
Volviendo a mis cálculos y ya escritas en la pared del baño, la longitud y latitud, procedí a anotar cuidadosamente la posición del sol para ese año, según los equinoccios y solsticios, trazados con dos elipses que casi ocupaban toda la pared con las anotaciones de la posición del astro rey, para cada día. Luego estudié concienzudamente la climatología de mi zona de residencia, durante los últimos cuarenta años. Así que establecí un récord histórico de probabilidad de cielos nublados para cada día. Estos datos en particular, tuve que buscarlos en los archivos del Instituto de Mentirología (perdón , Meteorología) dónde trabajaba el cubano con los trajes más mal cortados del planeta, el Dr. Rubiera. Apenas me quedaba espacio en la pared del minúsculo baño de la casa de abuelo, pero aún tenía que agregar algunas cosas. La cifra de mi hemoglobina actualizada, la fecha de la última reactivación del toxoide tetánico y una botella de alcohol de noventa grados, comprada de primera mano (de la farmacia de La Palma) hurtada al descuido por mi amigo el boticario Orlando.
El baño tenía más trazos y cálculos que el sepulcro de Akenatón, pero me sentía seguro. Con estas anotaciones podía saber con un 92% de certeza, la hora exacta que el rayo sol matutino iluminara a través del ventanuco el baño y poder observarme en el espejo roto, para afeitarme a salvo de los cortes del fluido eléctrico casi constantes y las cifras de hemoglobina, el alcohol y la vacuna del tétanos, condicionaban toda prevención para el afeitado con una cuchilla rusa Leningrad, sin filo y oxidada. Esos cálculos eran mi supervivencia.
Un día, un entrañable amigo europeo de tendencia izquierdista, me preguntó en una expedición a la isla Taquiles, en el lago Titicaca: ¿Por qué te fuiste de Cuba? – Para afeitarme sin preocupaciones -. Sé que no me comprendió, pero era una razón de peso.
R.Muñoz.

Check out our other content

Check out other tags:

Most Popular Articles

Verified by MonsterInsights