Por Fernando Clavero
En 2013, para el IV Clásico Mundial, Víctor Mesa dejó fuera del róster del equipo Cuba al receptor Ariel Pestano. El catcher se creía un intocable en la escuadra y un fijo en la alineación y el otrora manager lo levantó en peso. Seis años después Armando Johnson y la Comisión Nacional hacen lo mismo con Frederich Cepeda, en una situación que puede tener alguna similitud.
Yo fui uno de los que aplaudió con las dos manos la determinación de Víctor Mesa, y no tanto las justificaciones que dio después, en un programa en la televisión cubana. Un manager no tiene que dar tantas excusas. Bastaba con haber dicho que no era lo que él quería para el equipo y nada más.
Cierto que Pestano era el mejor receptor aún. Y que tenía una grandísima hoja de servicios, pero el receptor villaclareño no era un hombre de equipo. Los años, la fama, su titularidad indiscutida y el endiosamiento de cierta parte de la prensa, lo hicieron una persona detestable en un clubhouse. Más de un pelotero se quejó por aquellos tiempos de las soqueterías de Pestano, y Víctor, que también es narizón, se la aplicó, y entonces el enmascarado no tuvo más remedio que quedarse en casa lamiéndose las heridas.
Cuba -y Víctor Mesa también- sucumbió estrepitosamente en el Clásico. No llegó a las rondas decisivas, y muchos adujeron que la derrota guardaba relación con la exclusión del otrora receptor. Y tal vez tuvieron razón, pero eso ya es parte del pasado.
Ahora, el mejor bateador de Cuba en la historia de los Clásicos, y tal vez el más productivo de cuantos jugaron esos torneos desde el inicio por cualquier país, queda fuera de la nómina del equipo antillano. Cierto que ya es un veterano, que sobrepasó los 40 años, que no es el Cepeda de 2006, ni el de 2009, incluso ni el de 2017, pero nadie bateó más que él en la pasada campaña nacional, al menos en cuanto average se refiere.
Muy bien lo pudieron incluir en el equipo y darle turnos como designado en algún momento. O al menos debieron haberlo llamado y darle la oportunidad de eliminarse juntos al resto de los outfielders -de los que se eliminarán, porque la mayoría llegará cinco días antes para formar parte de la escuadra nacional.
Hasta el prestigioso narrador dominicano Ernesto Jérez hizo campaña por Cepeda, pero igual está fuera. Y hasta cierto punto es lógico, porque el Clásico no puede ser un premio para nadie, salvo que si analizamos lo que ha hecho Cepeda, lo que hizo en el último año y su trabajo de siempre por el bien de la selección, muy bien que cabría.
Cepeda no tiene nada que ver con Pestano.
Yo fui uno de los que aplaudió con las dos manos la determinación de Víctor Mesa, y no tanto las justificaciones que dio después, en un programa en la televisión cubana. Un manager no tiene que dar tantas excusas. Bastaba con haber dicho que no era lo que él quería para el equipo y nada más.
Cierto que Pestano era el mejor receptor aún. Y que tenía una grandísima hoja de servicios, pero el receptor villaclareño no era un hombre de equipo. Los años, la fama, su titularidad indiscutida y el endiosamiento de cierta parte de la prensa, lo hicieron una persona detestable en un clubhouse. Más de un pelotero se quejó por aquellos tiempos de las soqueterías de Pestano, y Víctor, que también es narizón, se la aplicó, y entonces el enmascarado no tuvo más remedio que quedarse en casa lamiéndose las heridas.
Cuba -y Víctor Mesa también- sucumbió estrepitosamente en el Clásico. No llegó a las rondas decisivas, y muchos adujeron que la derrota guardaba relación con la exclusión del otrora receptor. Y tal vez tuvieron razón, pero eso ya es parte del pasado.
Ahora, el mejor bateador de Cuba en la historia de los Clásicos, y tal vez el más productivo de cuantos jugaron esos torneos desde el inicio por cualquier país, queda fuera de la nómina del equipo antillano. Cierto que ya es un veterano, que sobrepasó los 40 años, que no es el Cepeda de 2006, ni el de 2009, incluso ni el de 2017, pero nadie bateó más que él en la pasada campaña nacional, al menos en cuanto average se refiere.
Muy bien lo pudieron incluir en el equipo y darle turnos como designado en algún momento. O al menos debieron haberlo llamado y darle la oportunidad de eliminarse juntos al resto de los outfielders -de los que se eliminarán, porque la mayoría llegará cinco días antes para formar parte de la escuadra nacional.
Hasta el prestigioso narrador dominicano Ernesto Jérez hizo campaña por Cepeda, pero igual está fuera. Y hasta cierto punto es lógico, porque el Clásico no puede ser un premio para nadie, salvo que si analizamos lo que ha hecho Cepeda, lo que hizo en el último año y su trabajo de siempre por el bien de la selección, muy bien que cabría.
Cepeda no tiene nada que ver con Pestano.
