Por Adalixis Almaguer ()
Miami.- En la República Almaguer no compramos la orfandad a crédito porque el cariño es una calle de doble vía. Fue la dictadura y fueron asimismo los días, uno tras otro, los que nos desarroparon. La sangre no escribe sobre piedra como no escriben sobre piedra las palabras.
Por eso es tan difícil sacar la nariz y porque la estable disfuncionalidad en que habitamos tampoco la compramos a crédito, la hicimos con las manos pedacito sobre pedacito.
Y por allá afuera pasan cosas que ya no son nuestras cosas cuando pasan aunque siguen siendo… y tienes la certeza de que la burbuja en la que estás a salvo se va alejando como la galaxia misma en la que vives porque es el otro lado del mundo.
Y amanece aquí, y azoran cataclismos, y gira esta mitad igual de lenta que la otra, con esa parsimonia de lo inconmesurable que no podemos entender, que no podemos siquiera sentir y peor aún en esta cotidianidad que tanto se apresura. En esta parte igual se suceden estaciones aunque sean invisibles. Y la gente lleva prisa. Y los perros callejeros desandan la ciudad. Y se celebran fechas.
También en esta parte todo obedece a las ancestrales rutas que liberan y obligan. Y se parece tanto esta parte del mundo a su otra mitad. Sólo que no es. No es el valle intramontano de Managuaco donde nací.
