Por Pucho Oroza
Varadero.- La Ceremonia de Inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024 ha sido un repaso cultural de altos calibres, una sede que recoge para sí una rica y extensa historia como nación y una joya en cuanto a elementos culturales, tradición, universalidad.
Como un gran colofón, junto al impresionante pebetero olímpico y su encendido, las expectativas estaban creadas en el regreso de la Diva Celine Dion a un gran escenario, luego de revelarse su padecimiento del síndrome de persona rígida desde hace unos 17 años, una enfermedad que afecta a una o dos personas entre un millón en el mundo.
Por eso verla ahí, inmensa, con esa voz que no pierde su encanto ni potencia, con una musicalidad única e irrepetible, entonando la Oda al Amor, de Edith Piaf, ha estremecido a todo el planeta, una emoción que ha embargado a todos y que nos hace feliz a cada amante de la música y de la vida también.
La intérprete de ‘My Love Will Go On’ vuelve a lo grande. Ni su padecimiento neurológico, ni su medicación de entre 80 y 90 mg de Valium diarios, in crescendo, ni su falta de control corporal han podido contra su talento, su perseverancia, su firme resiliencia y es algo que todos agradecemos, porque Celine es un Patrimonio de la Humanidad, del cual todos tenemos el derecho y el deber de disfrutar.
«Si no puedo correr, caminaré. Si no puedo caminar, me arrastraré. No voy a parar», expresó en el documental: “I Am: Celine Dion”. Y así lo ha cumplido, por suerte para los que nos hemos visto identificados en su lucha. Gracias París, Gracias Celine Dion. Hoy ha sido un día histórico. ¡Hoy ha triunfado la vida!
