Por Jorge Sotero ()
La Habana.- Los británicos, que no los ingleses solamente, se cansaron del conservadurismo y aprovecharon los comicios para sacar de primer ministro a Rishi Sunak y poner en el gobierno a un laborista, Keir Starmer, por primera vez en 14 años. Y cabe preguntarse: ¿Andaban tan mal por las islas que tuvieron que cambiar el jefe de Gobierno?
No. No andan tan mal los británicos. De hecho, nunca han estado mal, lo que se dice de verdad mal, más allá de alguna crisis pasajera. Vaya, nunca, ni en la guerra, han estado como estamos los cubanos ahora, y nosotros nos aferramos a nuestro gobierno, porque sabemos que ellos, en unos 62 mil milenios nos van a sacar de la depauperación actual y nos permitirán vivir en una Cuba próspera.
El partido Laborista, una de las dos grandes fuerzas políticas, cedió protagonismo el 11 de mayo de 2010, cuando tenía a Gordon Brown como primer ministro, y el partido Conservador se hizo con el poder sin dar opciones, aunque en ese tiempo hubo varios primeros ministros. Hasta cinco personas se encargaron de dirigir la vida de los británicos: David Cameron, Theresa May, Boris Johnson. Elizabeth Truss y Sunak.
Starmer, hombre de leyes, fiscal reconvertido a político, ha sacado al laborismo de su travesía por el desierto con una victoria arrolladora en las elecciones generales y le ha dado un vuelco a la situación. ¿Cómo lo consiguió? Los británicos se cansaron del mismo gobierno. Porque no hay cosa que canse más que los mismos políticos o la misma novia, la misma casa o el mismo auto.
El hombre que ocupa desde este viernes el más alto puesto político elegible del Reino Unido, fue desde 2020 el líder de la Muy Leal Oposición de Su Majestad, algo así como el primer ministro en espera.
En su condición, Starmer recibía, aparte del salario correspondiente a un Miembro del Parlamento, una paga extra establecida por ley, y dietas correspondientes a un ministro, así como la pertenencia al Consejo Privado, porque desde 1915, el líder de la Oposición siempre ha sido también miembro de la Cámara de los Comunes. Antes de esto, un miembro de la Cámara de los Lores cumplía esa función.
Incluso, tuvo la posibilidad de formar el llamado Gabinete en la Sombra, el Shadow cabinet, como alternativa al gobierno de turno, del cual se convirtió en el principal censor, como parte de una práctica que ojalá alguna vez llegara al Caribe, o a ciertas islas, donde no hay oposición, tal vez porque los gobernantes de turno lo hacen tan bien que no necesitan a nadie que supervise sus funciones. Cuestión de estilos, dirán alguno. O de costumbres, argumentarán otros. Por eso esas diferencias enormes entre las islas británicas y la isla del Caribe desde donde firmo este artículo.
Cierto es que cuando Fidel Castro llegó al poder, al verdadero poder, en 1959, ya la Reina Isabel regía desde el Palacio De Buckingham, y que cuando Fidel Castro murió, casi 60 años después de su ascensión al trono en Cuba, la monarca inglesa aún ostentaba la corona. Pero eso no quiere decir que los británicos no hubieran podido votar y decidir sobre sus respectivos gobiernos, incluso con cambios constantes de un color a otro, generalmente entre laboristas y conservadores.
De hecho, desde 1959 hasta la fecha, pasaron 16 primeros ministros por el Reino Unido, entre ellos algunos muy conocidos como Margaret Tatcher, Jon Major o Tony Blair. En Cuba, desde entonces, todo fue Castro o un acólito al estilo de Miguel Díaz-Canel, sin otra opción que aceptarlo, y cuidado de levantar un dedo para señalar a alguno o una mano para intentar expulsarlo del poder.
Los que hicieron una cosa u otra, incluso lo pensaron o los Castro lo imaginaron, desaparecieron como Camilo Cienfuegos, fueron pasados por las armas como Arnaldo Ochoa, o se pudrieron en las mazmorras castristas, como Hubert Matos. Otros fueron deportados, o condenados a vivir recluidos en sus viviendas, sin opciones de reunirse con nadie y con la prohibición de hablar de política ni con la almohada.
¡Qué diferencia entre un país y otro! ¡Cuánto bien hizo un gobierno a su pueblo y cuánto mal el otro! Uno tenía una reina al frente, pero hacía elecciones, cambiaba a sus gobernantes, permitía que las nuevas ideas fluyeran, que la economía fuera próspera, sostenible. El otro, en ese afán desmedido de quitarle al rico para darle al pobre, empobreció a los ricos y a los pobres los convirtió casi en esclavos que aún trabajan por la comida, y en la mayoría de los casos ni eso.
El Reino Unido es una potencia mundial, a pesar de que estuvo involucrado en guerras mundiales, que pusieron en jaque a su economía. Cuba es el uno de los dos países más pobres de América, a pesar de que en los años 50 del siglo pasado tenía una economía floreciente, al nivel de los mejores países de Europa.
Un gobierno, un sistema, puede convertir una nación en floreciente. Una tiranía, casi siempre, termina por depauperar una nación. Gran Bretaña es un ejemplo de lo primero. Cuba, la muestra las convincente de lo segundo.
