JAPE Y WILFREDO LEÓN

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Por Héctor Miranda (Tomado de su Facebook)
Moscú.- Admito que me gusta la polémica. Soy de esos que entra al trapo y toma partido. Lo de nadar entre dos aguas no va conmigo, por más que alguna vez alguien me haya dicho que hubiera sido mejor que me quedara en silencio, porque no era obligado inclinarme por uno u otro. Lo digo por lo de Wilfredo León y por la cantidad de comentarios en las redes criticándolo por su juego contra Cuba y por sus declaraciones.
Coincido con él. Estoy de su parte. Hizo lo correcto siempre. Tenía que jugar como jugó, y si eso de que se siente polaco, es lo que le nace decir, es muy respetable, aunque otros tengan el derecho de pensar lo que quieran. Una cosa es pensar y decir lo que uno quiere, y otra, muy distinta, intentar condicionar el actuar de otra persona.
Dicho esto, voy a poner un ejemplo que refleja a las claras lo que es el deporte y lo que implica defender unos colores:
Puede ser una imagen de 3 personasEl equipo de Prensa Latina fue por años el gran trabuco de la Liga de Softbol de la Prensa. Solía ganar los torneos con relativa facilidad. La nómina era habitualmente grande, pero había un equipo titular y otros que servían para rellenar, para cuando no fuera el Pata Cardosa, porque trabajó la noche anterior, o cuando faltara Yasiel, porque estaba para Panamá a la cobertura de un Mundial de béisbol.
En la Liga se hacían concesiones: cada equipo jugaba con 10 hombres en el campo, pero se podía hacer con nueve. Y si a un equipo le faltaba un jugador para llegar a nueve, el rival le podía prestar, si quería, a uno para celebrar el doble juego. Ese uno era para llegar a a nueve, no a 10.
Aquel sábado, precedido de lluvias torrenciales en algunos lugares de La Habana, el equipo de Prensa Latina, del cual era el manager, estuvo completo desde temprano. Incluso, había varios suplentes, la mayoría de los cuales sabían que tendrían al menos un turno al bate, un inning al campo, para mentenerlos contentos y que no fueran a dejar de asistir. Uno, sin embargo, sabía que no tendría opciones: JAPE.
Puede ser una imagen de 3 personas y textoJAPE era el más puntual de todos. Cuando el primero llegaba, ya JAPE le daba vueltas a la maltrecha pista del Fajardo, como diciéndole al manager que estaba haciendo su rutina y que estaría listo. Sin embargo, admito que salvo en muy contadas ocasiones le di oportunidades como catcher, o como segunda base.
Aquel día al rival le faltaba uno. El manager contrario y el árbitro vinieron y me dijeron que tenía la opción de prestar un jugador para completar los nueve o el juego se decidiría por forfeit a las 9.15. Y que 15 minutos después debía comenzar el otro y habría otro cuarto de hora para decretar el final si el contrario no completaba los nueve jugadores.
Me acordé de Meryl Streep en La decisión de Sofía, aquel filme inolvidable dirigido por Alan J. Pakula, y me voltee hacia donde estaban lo míos. Tenía que entregar uno, y a esa hora te ibas a inclinar por el que suponías que menos daño te iba a hacer. Y decidí:
-Llévense a JAPE.
Puede ser una imagen de 1 persona y textoJAPE terminó su habitual rutina de sábado. Hizo unas planchas, a su manera. Buscó un guante, se caló la gorra y salió orgulloso a jugar por el contrario. Era la oportunidad que había esperado desde hacía varios sábados, la de demostrar que él podía jugar y hacerlo bien.
Aquel día JAPE dio tres hits en el primer juego. Impulsó varias carreras y el maltrecho equipo rival se llevó la victoria. Nadie le dijo nada a JAPE mientras duró el partido. Y cuando intentábamos hacerle formación para la izquierda, los batazos le salían para la derecha. Así de motivado andaba el hombre, que cada vez que daba un hit se volteaba para el banco y le decía algo a Lázaro Miranda (alias LAZ), uno de sus detractores, como para demostrarle que solo necesitaba una oportunidad para demostrar que era un grande. Ese día, por cierto, LAZ se tomó dos ponches y apenas pudo sacar la pelota del cuadro.
Cuando terminó el juego, de regreso con el equipo, porque al contrario le había llegado uno, me le acerqué y le dije:
-Se te fue la mano… ¿No crees?
-Quién te mandó a dejarme ir con el otro equipo -me dijo, y me dejó sin palabras.
Con lo de Wilfredo León puedo decir lo mismo. ¿Por qué dejaron que se fuera a Polonia? ¿Por qué demoraron tanto lo del profesionalismo? ¿Por qué tiene un ser humano que obedecer siempre la voluntad de otro y no actuar por sí mismo?
Puede ser una imagen de 2 personasY al final, ¿qué tiene de malo que León juegue por Polonia, que se sienta polaco, que dé lo mejor por el país que lo acogió, donde tiene su esposa y seguramente sus hijos? Máximo Gómez no nació en Cuba y se enroló en la guerra de los cubanos contra España. ¿O el modo de actuar es bueno solo cuando va en la línea que queremos?
Creo que es hora de dejar de criticar a los demás, y dejar que cada cuál actúe como quiera, y diga lo que piense.
(Por cierto: desde que se retiró Yoel Despaigne no sigo el voleibol, y hace mucho no juego softbol, ni soy manager de equipo alguno. Eso sí, siempre me queda el orgullo de haber descubierto a Michel Contreras como primera base y haber tenido toda la paciencia del mundo con Damián Delgado Averoff)

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