UN PAÍS SIN JÓVENES NO ES UN PAÍS

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Por Freddys Núñez Estenoz ()

Camagüey.- Para muchos de los que hemos escogido vivir en Cuba, el signo de la desesperanza se ha convertido en una constante, las expectativas de un cambio que acerque nuestra existencia a cierta zona de seguridad económica son improbables. El factor económico marca de forma determinante la permanencia, o no, en la isla.

Las fronteras reales y a la vez simbólicas se ensanchan y cada día asistimos a un fenómeno que actúa como un agujero negro que absorbe la esperanza y marchita la fe.

Gran parte de los cubanos ubican sus opciones y proyectos de vida fuera de la isla.

Las aulas de las universidades comienzan a sentir la ausencia: los jóvenes han perdido el interés por estudiar, no existe una relación proporcional entre formación y expectativas de seguridad económica.

En el artículo SUEÑO MIGRANTE, publicado en el periódico SIERRA MAESTRA de fecha 27 de abril de 2024, se realiza un análisis profundo sobre aspectos relacionados con el impacto de la emigración en Cuba y es desconcertante como, a partir de la aplicación de la dinámica sicológica de los cinco deseos en un grupo de niños, el centro de sus respuestas fue: «SALIR DEL PAIS» (recomiendo leer este artículo).

La migración es un fenómeno devastador para la Cuba actual, y muchos lo justifican como que es un fenómeno global que afecta a todos, y es cierto, pero la emigración en Cuba tiene tintes muy peculiares que necesitan ser abordados desde una perspectiva real. Las aulas están marcadas por la emigración, las ciudades también sienten la ausencia de habitantes, la emigración y la crisis económica han poblado de silencio los espacios públicos y no hay segmento que escape a este fenómeno.

El impacto en los centros de trabajo vinculados a la gestión estatal es alarmante, estos centros laborales han perdido más del 40 por ciento de su fuerza laboral, y la salida del país de profesionales altamente capacitados, unido a la búsqueda de empleos en un sector privado que ofrece mayor remuneración salarial y garantías, están al borde de hacer colapsar servicios básicos como salud y educación.

Otra jornada de descenso de dólares y euros en mercado informal de divisas  en CubaLa inflación que hoy ubica al dólar en el mercado informal de divisas en 300 CUP por un USD, a pesar del forzado y engañoso bajón de los últimos días, es algo bochornoso y el Estado no ha logrado concretar ninguna acción que pueda revertir esto, debería quedar abolido el calificativo de MERCADO INFORMAL DE DIVISAS, pues es ese mercado el que dicta los parámetros económicos en Cuba, aunque, lamentablemente, desde el plano oficial se siguen contemplado los parámetros de inflación a partir de un cambio monetario de 120 CUP por un USD.

Esto deja ver con total claridad el desfase entre gestión estatal y realidad. El prisma que utiliza el Estado para asomarse a la realidad dista mucho de lo que realmente ocurre y lo más lamentable es que en espacios privados la gran mayoría de los funcionarios públicos reconocen el fracaso de la gestión estatal, mientras que en espacios oficiales sus discursos plantean la resistencia como única opción y los cuestionamientos de la realidad no superan un análisis epidérmico que solo intenta maquillar el desastre, que se ha convertido en norma y que asfixia al ciudadano común.

Este juego de apariencias ha socavado la credibilidad del Estado y ha ampliado el margen de desconfianza, provocando un marcado desinterés del ciudadano común con todo aquello que tenga relación con la gestión estatal.

Las frases de turno son ese reservorio popular que sirve de radiografía perfecta para comprender el punto exacto donde nos encontramos: «Este barco se hunde», «esto no da más», «esto no lo salva nadie», «esto se jodió»…

A pesar de lo radical de estas frases, muchos dejan entrever cierta nostalgia por aquello que una vez fuimos y que nos hacía sentir orgullosos.

Es cierto que la pandemia provocó el colapso de la economía mundial, y que Cuba es un país marcadamente vulnerable en términos económicos, pero también es cierto que el Estado cubano implementó una serie de medidas que no aportaron los resultados esperados y que aún sin ofrecer resultados siguen allí como muestra de su ineficiencia. Un ejemplo es la Bancarización: a más de un año de su implementación, el ciudadano común
sigue durmiendo frente a los cajeros automáticos para obtener su miserable salario y las mejoras prometidas en cuanto a conectividad y pago electrónico nunca llegaron.

Tampoco el Estado tiene el poder suficiente para hacer cumplir la ley para que MIPYMES y nuevos actores económicos acepten pagos en transferencias. A esto se le suma la maldición cíclica de los apagones que sufrimos los que vivimos fuera de la capital.

Ahora, en otra de sus infinitas temporadas, los apagones nos aplastan hasta con 16 horas diarias sin electricidad. Nuestras vidas se paralizan, nuestros proyectos se congelan, la economía familiar sufre, el desgaste psicológico por la falta de electricidad es abrumador, las familias cambian de horarios para realizar las labores doméstica: Se cocina de madrugada, se lava de madrugada, si limpia la casa de madrugada, el desgaste físico es considerable y la falta de motivación es aún mayor.

¿Con qué fuerzas una maestra o una doctora, que han pasado la madrugada cocinando, van a enfrentar la jornada laboral?

Crónica de los apagones anunciados | Cuba Noticias 360Después de la revolución industrial es imposible concebir el desarrollo de un país sin electricidad, y los planes a corto, mediano y largo plazo no apuntan a la solución de un aspecto tan sensible como la disponibilidad eléctrica, que es determinante para el destino de la nación.

En semejante situación, ¿cómo pueden los jóvenes apostar por un futuro dentro de la isla?

Frente a estas circunstancias son pocos los que contemplan a Cuba dentro de sus opciones de permanencia. Para los jóvenes de la era digital, la necesidad de resultados inmediatos extermina el componente sacrificio, y de poco sirven las clases de historia que relatan un pasado glorioso. Los jóvenes necesitan el pasado, la inmediatez es su signo generacional, su entorno es el aquí y el ahora y para ellos la Cuba de ahora no ofrece opciones.

Y así, en esa fuga perenne nos deshacemos, a estas alturas no creo que sea posible juntar los fragmentos de lo que una vez fuimos, una opción sería reconstruir, pero ¿con qué manos reconstruimos?

El potencial humano es determinante para esto y aquí está en fuga, esperando una tabla de salvación que para muchos se traduce en un pasaporte español, coyote y travesía, reunificación familiar o un parole. Estás son las luces salvadoras con las que muchos cubanos sueñan iluminar el túnel.

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