Por Jorge Menéndez
Cabrils.- El gobierno cubano en su afán de hacer un reclamo turístico organizará una Cena de Blanco, costumbre exportada por un insigne francés que pretende una comida al aire libre, vestidos todos los comensales de impoluto blanco, donde, además se premiará la originalidad y belleza de los vestidos. Curiosamente el lugar se mantiene en secreto hasta última hora.
La cena está diseñada aproximadamente para 350 comensales.
No es el primer dispendio del gobierno cubano en su afán por publicitar al país. Solo hay que recordar el Festival del Habano, el Torneo de golf de Varadero y hasta un Festival de música llamado San Remo.
Quiero remarcar que, a pesar de todo, en este tipo de celebraciones que nada tienen que ver con el socialismo que promulgan, no hay ni la más mínima influencia del bloqueo criminal, ese al cual se agarran a cada hora. ¿Curioso verdad?
Pretendo no referirme a la indecencia de este tipo de proyectos, justo cuando los gobernantes acaban de reconocer en la Mesa Redonda que no pueden garantizar ni eso que ellos llaman la canasta básica.
Eso sí, me quiero referir a lo que realmente verán los turistas que lleguen a Cuba.
Esta misma semana acaban de inaugurar vuelos desde Praga y desde La Paz, y es evidente que, aunque la fiebre de construir hoteles no para, el gobierno busca a la desesperada llenarlos, porque en el mejor de los casos muestran unos niveles de ocupación del 30 por ciento.
Se promueve a Cuba como destino turístico de playa y sol, como un sitio con gran interés por su diversidad cultural, incluso como destino de salud, etc. Pero no nos engañemos: Cuba desarrolla un modelo turístico que se desmorona por el mal servicio, falta de insumos, entre ellos hasta la falta de azúcar para un café.
En los polos turísticos es habitual encontrar comida recalentada y de mal gusto, hoteles con falta de mantenimiento, de lo cual muchos turistas han emitido sus quejas y hasta han hecho movilizaciones en Canadá para alertar del engaño en Cuba. Los rusos también se han quejado por este tipo de agravios.
La realidad, para el turista que quiera verlo, pasa por unas infraestructuras hoteleras deterioradas y lamentables, así como un país sumido en un agujero negro.
Hoy veía unas fotos de Palestina, que pudieran ser de La Habana Vieja, con edificios ruinosos, calles llenas de cráteres, sin vehículos, totalmente desoladas, sin servicios públicos.
Esa realidad, la de las cenas de blanco, es lo que el gobierno cubano quiere mostrarle al turismo internacional, lo cual nos convierte en algo raro cuando el mundo entero desarrolla infraestructuras.
Mientras esto sucede, cuando el pueblo cubano sucumbe ante un surrealismo duro, el gobierno atrae turismo con cenas de blanco en un país negro desde todos los puntos de vista.
Cuba será un cuadro raro, intemporal, algo así como los carros americanos que circulan por los trillos ruinosos donde antes hubo calles preciosas, con edificios apuntalados que nadie se esfuerza en arreglar, con apagones, conformando así un ‘potaje’ que todos vendrán a ver, para después, los que tengan un poco de humanidad, salir corriendo para nunca más volver.