Por Jorge Sotero
La Habana.- Hace unos minutos regresaba a casa, luego de dejar a Jorgito en la escuela, y me encontré sobre un banco un periódico Granma. Aproveché que tenía un cordón suelto y me senté unos minutos, pero no pude sustraerme a lo que dice el rotativo sobre «¿Qué obstáculos a la producción agrícola no dependen del país?», según Orlando Díaz Rodríguez, director de Asuntos Internacionales del Ministerio de la Agricultura.
No tengo que decirles que seguí camino a casa presto a rebatir lo que dice el señor Díaz Rodríguez, quien refiere que, de marzo de 2022 a febrero de 2023, los daños acumulados por lo que llama política hostil de Estados Unidos contra Cuba superan los 273 millones de dólares. Vaya, que tampoco es tanto.
La nota firmada por Susana Antón, recuerda que «la prohibición de las importaciones en Estados Unidos de ron y tabaco de origen cubano, junto con una retórica dirigida a desacreditar esos productos; la negación al acceso de tecnologías de crianza estadounidenses y afectaciones en la protección fitosanitaria son algunas muestras del impacto del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de EE. UU. contra Cuba en el sector de la agricultura».
Y desde el lead hay que dejar algo claro: cada país se reserva el derecho de decidir qué importa y de dónde lo hace. Y el gobierno estadounidense tiene potestad para determinar que no quiere productos cubanos en sus mercados, por las razones que les parezca conveniente.
Y me pregunto por qué no vende Cuba esas producciones en otros lugares. Si tan buenos son los rones y los tabacos cubanos, por qué no los venden en países amigos, entre ellos China, Rusia, Brasil, Venezuela, México o cualquier otro. Pero lo deja claro, las ventas en Estados Unidos implicarían mayores ganancias, solo que no recuerda las causas por las cuales Washington impuso el embargo.
La mala memoria del gobierno castrista es de larga data. Le pegó a las empresas estadounidenses en la isla tras tomar el poder en enero de 1959, nacionalizó industrias, tierras, centrales azucareros, todo, y quiere que la otra parte ponga la otra mejilla para que lo vuelvan a golpear.
Entonces hace Granma una relación de los aspectos en los cuales hizo hincapié el director de Relaciones Internacionales del Ministerio de la Agricultura, la inmensa mayoría relacionados con la imposibilidad de importar desde Estados Unidos determinados productos, entre ellos alguno para tratar el cáncer, que no entiendo los motivos por los cuales lo saca a colación Díaz Rodríguez.
Según el libelo del Partido Comunista, «Díaz Rodríguez manifestó que se registraron afectaciones que impactaron directamente en el cumplimiento de los planes de siembra y producción, complejizándose la adquisición de productos químicos, tales como herbicidas, insecticidas y fungicidas, de gran importancia para el desarrollo de las producciones agrícolas, lo que impide mayores rendimientos».
Y de nuevo me pregunto por qué no compran esos productos en Rusia, que los tiene abarrotados en sus puertos, porque las sanciones de Occidente tras la invasión a Ucrania, les impide venderlos. Allí tendrían una buena opción, a precios increíblemente bajos. Los rusos, incluso, prometieron regalar a naciones africanas fertilizantes, y no se me ocurre que no hicieran algo similar con sus aliados en el Caribe.
La agricultura cubana atraviesa el peor momento de su historia. La isla, con una ubicación geográfica privilegiada, depende de las importaciones para su alimentación, pero la ineficiente gestión gubernamental impide generar las divisas necesarias para la compra de productos en el exterior, incluso ni para lo que ellos llaman canasta básica, formado por una exigua cantidad de vituallas que no alcanzan ni para una semana.
Mientras, los gobernantes insisten en apretar cada vez más a unos campesinos que no tienen maquinarias para labrar las tierras ni sistemas para el riego, y que prácticamente tienen que dormir con el ganado dentro de sus casas para evitar que las bandas de malhechores se los roben en las noches, incluso a plena luz del día, mientras la policía permanece recluida en sus cuarteles, solo preocupada por los que critican al gobierno o hablan mal de sus dirigentes.
A estas alturas, lo del bloqueo es una burda justificación del castrocomunismo para eternizarse en el poder, en tanto aguardan por un maná que resuelva de una vez por todas los problemas que ellos no han podido resolver. Y entonces, mandan a comparecer ante los medios a individuos como Díaz Rodríguez, de cuyas palabras se hace eco Granma, sin que aparezca nada nuevo, cual si uno estuviera leyendo los mismos periódicos de siempre.
