Por Jorge Sotero
La Habana.- Las especies emigran desde tiempos inmemoriales. No solo el hombre deja su zona de confort y sale en busca de otra. También lo hacen otras especies, que huyen del invierno crudo, de los veranos de sol tórrido o de las temporadas de lluvias infernales de algunas partes para ir a otras a reproducirse, encontrar alimentos, sobrevivir.
Famosas son las migraciones de la mariposa monarca, de los cangrejos rojos de aquella isla del pacífico, o de las grandes manadas de mamíferos africanos que se mueven con las estaciones en busca de mejores pastos para sobrevivir.
El hombre también emigró desde tiempos inmemoriales: por hambrunas, guerras, por tierras mejores, en busca de climas más nobles, para escapar de regímenes opresores, o simplemente para encontrar la libertad, que es el más preciado de todos los bienes, luego de la propia vida.
En las últimas décadas del siglo pasado fue notable el éxodo de los palestinos de las tierras que Israel ocupó, poco a poco. Incluso, se iban de su propio país por la persecución de Tel Aviv, y se los podía encontrar en cualquier lugar del mundo. La palabra ‘palestino’ se usa peyorativamente en Cuba para referirse a los que dejan el oriente y vienen a vivir a la capital.
Los cubanos también emigran. En el mismo mes de enero de 1959 comenzó la estampida, que ha tenido momentos de bajas y otros de alza. Por aquellos años, la incipiente dictadura forzó a miles a irse y antes de hacerlo los despojó de todo: negocios, casas, autos, joyas, y solo les permitió abandonar la isla con las manos vacías.
Luego hubo otros momentos, como lo del Mariel y la crisis de los balseros, en los cuales decenas de miles de personas tomaron camino del exilio en busca de una vida mejor y de libertad. Unos se fueron porque la pasaban mal, porque estaban hostigados todo el tiempo por las hordas castristas, perseguidos, obligados a guardarse sus opiniones, y otros porque no querían morir en un país controlado por el comunismo.
En los últimos años se ha producido la más grande de las estampidas. Cientos de miles tomaron camino del exilio. Lo venden todo y se van. Queman las naves, al más puro estilo Hernán Cortéz, cuando llegó a México para iniciar la conquista. Esta vez emigran por la vida, por perpetuar, aunque sea fuera, una nación que muere poco a poco a manos de una dictadura atroz.
Como país, Cuba sigue ahí, pero la nación fenece, y algunos, los más avispados, los más aventureros, los más valientes, los que tienen la luz más larga, se dieron cuenta de que era el momento de irse, y desde hace muchos meses salieron en busca de otras ciudades, de otros países, de otras vidas, como única opción para sobrevivir.
Por eso emigran los cubanos, por sobrevivir, porque en Cuba están condenados a morir por falta de todo lo elemental para la vida, desde la comida, hasta los medicamentos, desde los sueños hasta la libertad.