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UN DÍA COMO HOY

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Por Mauricio de Miranda ()
Cali.- Un día como hoy, hace tres años, pasó en Cuba algo que jamás pensé que ocurriría.
Y no lo digo por las protestas sociales que ocurrieron en diversos lugares del país con justas razones: el hambre, la falta de medicinas, la imposibilidad de asegurar la vida con el trabajo propio, la falta de esperanza y por último, y no menos importante, las ansias de vivir en un país libre. Libre de la opresión que proviene de un sistema de poder autoritario y autocrático.
Desde que la Humanidad logró superar el feudalismo, la libertad es un valor permanente que reclaman todas las sociedades modernas.
Las condiciones de miseria en las que vive una parte considerable de la población, la ausencia de soluciones viables desde el centro del poder y la desesperación de miles de cubanos hastiados de una vida sin presente y por tanto, sin futuro, negados a postergar para otras generaciones las promesas incumplidas sistemáticamente fueron razones más que suficientes para provocar un estallido que, lejos de la narrativa oficial de ser promovido desde el exterior -que jamás ha sido demostrada- fue espontáneo y desorganizado y por tanto, auténtico.
Sin embargo, lo que pensé que jamás ocurriría en un país en el que hubo una revolución popular hace más de sesenta años, el gobierno que se autodenomina “revolucionario” diera una orden de combate contra el pueblo y que -además- fuera cumplida. La Revolución Cubana se hizo para que JAMÁS el pueblo fuera combatido desde el poder y para que el poder fuera del pueblo.
Puede ser una imagen de una o varias personas y multitudEsto último jamás ocurrió. Lo sabemos de sobra. Pero la represión al pueblo será siempre una vergüenza y un oprobio.
Una expresión viva de ese oprobio es la permanencia injusta en mazmorras de más de mil cubanos que salieron los días 11 y 12 de julio a protestar y de otros que lo hicieron antes y después e incluso de algunos que solo portaban carteles en silencio.
Una expresión viva de ese oprobio es el hostigamiento y la permanente violación de sus derechos humanos a personas que solo utilizan su voz y su pluma para denunciar lo que consideran injusto.
Una expresión viva de ese oprobio es la irresponsabilidad política de quienes adoptan medidas contrarias al bienestar de la sociedad y son responsables del empobrecimiento del país y, sin embargo, no rinden cuentas ante nadie.
Por eso, los cubanos debemos entender que la gravísima crisis que afecta nuestras vidas y las de nuestras familias no podrá ser superada, mientras algunos cubanos sufran un presidio político, mientras algunos cubanos sufran hostigamiento por sus ideas, y mientras otros hagan y deshagan en el país a sus anchas sin rendir cuentas a la sociedad y para colmo empobrezcan -con sus decisiones- a las familias cubanas.
Uno mi voz, incluso mi grito desesperado, por la libertad de todos los presos políticos y de conciencia. Uno mi voz por el justo reclamo a favor de la democracia y las libertades cívicas, que son condiciones imprescindibles para reconstruir a nuestro país del desastre que padece. Esos reclamos junto a los de la justicia social, también abandonada, constituyeron el ideario de esa Revolución en la que participaron muchos de nuestros padres y madres.

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