Por Ileana Medina ()
Tenerife.- Leo a Emilio en voz alta la biografía de Osvaldo Farrés en la wikipedia, y me echo a llorar, las lágrimas se me salen, lo juro.
Pienso en cómo no iban a tener rabia y ganas de matar toda esa primera emigración cubana a Miami, los que lo perdieron todo.
Voy envejeciendo, y quiero más la cultura cubana ahora que antes. Cultura que en buena parte he venido a conocer tardíamente.
Son ya 66 años de desastre, tres generaciones completas, la de mis abuelos, la de mis padres, la nuestra, que han visto sus vidas destrozadas por la dictadura más longeva y empobrecedora del hemisferio, una dictadura que tortura poquito a poco, lentamente y sin llegar a matarte, la gente es cocinada en el agua hirviendo del comunismo tropical.
Y van y vienen las medidas, van y vienen los pequeños gestos, los un pasito pá lante y tres pá trás, los dólares sí, los dólares no, los presos sueltos y los vueltos a encerrar, los hoteles construidos en el infierno para unos turistas que no volverán, las familias obscenas del poder tan brutas y tan horteras y tan sin escrúpulos…
Y la única solución que es un país libre que pueda renacer de sus cenizas no termina de aparecer.
Ay, Farrés, ¡toda una vida!
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