Por Esteban Fernández Roig
Miami.- Todas las mujeres de los dirigentes de la tiranía han sido lo suficientemente inteligentes para aceptar ser unos ceros a la izquierda. Solo Vilma Espín figuró unos años como pago a haber delatado el escondite de Frank País.
Sin embargo, esta Lis Cuesta -más conocida como La Machi- nacida en Holguín, hija del coronel castrista Cuesta, casada con el más sumiso, anodino y títere de los canchanchanes, se come el millo de creerse ser la Primera Dama de Cuba.
Y comete montones de indiscreciones y se presenta -vistiendo ropas estrafalarias, y portando carteras de varios miles de dólares- en cuanto acto y “comelata” hay por ahí.
En el colmo de los colmos, Lis Cuesta se atreve a alardear públicamente llamando a Díaz-Canel “el dictador de mi corazón”, y rematar diciendo: “¡Qué lindo es, por dentro y por fuera!”.
Increíblemente, Lis, a pesar de su experiencia como una de las “trepadoras” más grandes que ha dado el proceso -pasando de mano en mano de connotados castristas hasta llegar a ligarse al primer secretario del partido en Holguín llamado Miguel Díaz-Canel Bermúdez- es ciega al triste futuro que se le avecina
Y tal parece desconocer la historia cubana y el trágico final de encumbrados personajes que volaron mucho más alto que su marido, como Carlos Aldana, Carlos Lage, Roberto Robaina, Carlos Balenciaga, Felipe Pérez Roque y Otto Rivero.
¿Desconoce ella la existencia de un atajo de viejos ministros y generales tomando notas de su proceder y listos para enviarlos a limpiar cuevas de cacas de murciélagos?
Mientras tanto, ni ella, ni usted, ni yo, ni nadie en Cuba ni en el exilio, sabemos quién es la mujer de “el tuerto” Alejandro Castro Espín?
Y ese tipejo está cien peldaños por encima de Miguel Díaz Canel en la escala del poder.
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