Enter your email address below and subscribe to our newsletter

LA CULPA ES NUESTRA, NO DE SANDRO CASTRO

Comparte esta noticia
Por Irán Capote
Pinar del Río.- Es verdad, Sandro, que el que puede, puede y el que no puede, soporta. Y aquí está claro quién puede y quién soporta.
Anoche, mientras me rompía el coco sacando cuentas para hacer una modesta cena de navidad con mi familia, pensaba en ti. Pensaba que a esa hora ya estarías comenzado el show del cumpleaños. Me fui a Instagram y busqué tu perfil. Confieso que entré sin prejuicios, tratando de buscar un punto de empatía entre tú y yo. Porque al fin y al cabo somos dos jóvenes cubanos de una misma generación y se supone, que hemos de haber vivido vidas y procesos similares.
No encontré nada en tu perfil que me resultara tan escandaloso. Hasta pareciera que las fotos son de un muchacho común que ha hecho unas fotos con un teléfono de baja categoría.
Pero tú, el mundo entero y yo, sabemos que no eres un muchacho común porque a diferencia nuestra, tú representas algo, lo quieras o no.
Tú abuelo fundó una revolución y los míos trabajaron incansablemente toda su vida por ella.
Y existe ahí la gran diferencia: mientras tú insistías en mostrar tu amparo revolucionario que te hace dueño de un bar y de una fiesta para nada sencilla, yo, universitario y artista, me rompo la cabeza para juntar un poco de dinero que me permita comprar la comida para hacer una cena de navidad para que mis abuelos no sientan que han perdido su vida en un país que no les ofrece garantías en su vejez.
Y hoy circulan los videos que tú mismo publicaste. Tú, con tus espejuelos oscuros alzando la copa dorada. Con postura desafiante para todos los que en estos días hemos criticado “la humildad” con la que tú festejas en medio de las ruinas de un país. No es secreto para ninguno de nosotros, no es secreto para el mundo que sus vidas han sido muy distintas de las nuestras y hoy no solo lo ratificas, también lo haces en ese tono ofensivo.
Hoy todos los cubanos de todas las generaciones permitimos que nos restriegues en la cara para qué han servido todos estos años.
Y tú no tienes la culpa. La culpa es nuestra. Que esa sencillez que la Revolución te dio, San Pedro te la bendiga.
¡Menéate, Sandro, que esto no es de nadie!

Lasă un răspuns