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LA BURGUESÍA QUIERE MANTENER SU STATUS

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Por Ulises Toirac
La Habana.- Nunca he sido parcial al poder y es algo claro. En el hipotético caso que tuviera balanza, además.
Los eventos de la feria del habano han levantado una ola de indignación y es lógico en un país en que el de a pie agoniza el solo hecho de vivir. Pero el tabaco cubano en el mercado internacional es una señal de alto estatus. Muy alto. Si Schwarzenegger hace una anécdota simpática con Danny de Vito y un “amaizing cigar”, habla de “Montecristo”…
Una de las veces que fui a casa de Don Alejandro Robaina, allí en medio de la nada, salvado un infernal camino de fango y huecos, delante del bohío de los Robaina, había un inmenso (y enfanga’o) carro. Una limousina de un azul hermoso.
-¿Quién coño metió mi carro en este fanguizal? -bromeé y el viejo reía como un chama.
En una de las camas rústicas de la casa, dormía un enorme asiático que resulta era el distribuidor de su marca de tabacos en Asia.
Aceptémoslo. El negocio del Habano es lujo en el mundo. Y es un producto cubano. Y si me preguntan, pienso además que no se hace el máximo esfuerzo por mantener su tradicional linaje de calidad. Ni se cuida suficientemente su prestigio.
Lo que empinga es la opulencia nacional haciendo gala de cercanía a esa otra.

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