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EL CURIOSO DISCURSO DE DÍAZ-CANEL

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Por Jorge Menéndez ()

Cabrils. El impuesto presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, en su discurso de clausura del pleno del Comité Central del partido comunista dijo que Cuba ha llegado hasta aquí ‘luchando y creando’. Fue una frase bonita, vista desde el trono en el que vive.

Parece hasta normal, porque los comunistas de la élite, en primer lugar, defienden su comodidad, sus prebendas y su cargo, desde luego, y después viene la etapa del pregón: comienzan a pregonar lo absurdo, a hablar de luchas, de supervivencias, resistencias, de que no nos van a doblegar, refiriéndose al supuesto enemigo que se buscan para poder justificar el fracaso de un sistema inoperante, dirigido por una pandilla que en su vida ha trabajado.

Los comunistas no entienden que nadie nace para vivir en un hospital, ni para sobrevivir, ni para luchar contra nadie, ni para buscarse enemigos gratis. De ser así, es mejor no nacer.  O contemplar el éxodo masivo de la población, cansada ya de 65 años de lucha y manipulación.

De vuelta a las palabras de Díaz-Canel, sería prudente preguntarle si sabe hasta dónde hemos llegado.

Estoy seguro de que ni él quiere el momento de ruina total que vive Cuba, pero no tiene ideas de cómo arreglarlo y muchas veces se preguntará qué hace al frente de un barco desarbolado y sin timón.

Hasta allí, hasta esa debacle total, nos han llevado 65 anos de lucha de muchísima gente que está desamparada hoy en día, a los cuales sería bueno preguntarles si lo volverían a hacer, si volverían a apoyar a un régimen que se ha olvidado de todos, menos de ellos mismos, los de la casta gobernante.

Cuando el impuesto presidente dice “creando”, podríamos preguntarnos qué. ¿Qué es lo que han creado desde el gobierno, cuando no sea miseria, algo en lo cual somos los mejores, tal vez con el rango de campeones mundiales.

Mucho bla, bla, bla de la nueva configuración geopolítica, de Israel, del resurgimiento de la ultraderecha, de la incapacidad de la ONU de resolver los conflictos mundiales por vías diplomáticas. Siempre la estrategia de extenderse en otras cosas para no decir nada de lo que realmente le interesa al sufrido pueblo de Cuba.

Un buen dirigente, o una normal, porque ni eso es el cubano, estaría buscando soluciones a los problemas más acuciantes del pueblo y que él no padece, por supuesto.
Se preocuparía por cómo solucionar el problema de la electricidad, la comida, el sistema de transporte, el abasto de agua, pero de eso, poco o nada. Según él, es más importante la caída de Bashar al Assad en Siria, o estar preparados para unas “relaciones respetuosas” con la próxima administración Trump, cuando sabe lo que se le viene encima. Y que, entre nos, le da temor, para no decir otra cosa más fea, o más cruda.

Las 243 leyes del bloqueo no podían faltar, o aquello de que tendrán, además, la mano tendida a los cubanos del Norte, pero sin concesiones, claro, porque hay que garantizar las remesas.

Aunque me quedé con dudas sobre lo de las concesiones. Me gustaría saber a cuáles se refirió, porque ya Cuba ni eso tiene… la posibilidad de hacer concesiones, quiero decir.

Por otra parte, intento mostrarse orgulloso de la resistencia, de la rebeldía y el sacrificio del pueblo, mediante el cual, seguramente, a él le han garantizado el bistec en la mesa, la buena botella de vino y cero apagones, y a los demás sólo miseria.

A mí me cansa aquello de que, como partido, hay que movilizar al pueblo para producir, subir impuestos, todo eso mientras generan nuevas leyes improductivas, controlan todo mediante la extorsión y pagando salarios míseros, como consecuencia de su ineficiencia productiva.

Todo estos problemas son consecuencia de sus políticas, de las que generan, de, por ejemplo, poner tiendas en una moneda extranjera en la que nadie cobra. Ese, según Canel, es el plan de bienestar del gobierno de Cuba para el pueblo. Y, según ellos, por eso hay que luchar y sacrificarse.

Al mismo tiempo, el hombre que Raúl Castro colocó al frente del país para que aguante el palo y cargue con la culpa de la debacle total, pretende recuperar 50 mil viviendas, vendiendo los materiales a precios prohibitivos.

Y en otra parte de su discurso, habló de la dignidad de nuestros deportistas como Mijaín, tal vez al único que puede agarrarse con la seguridad de que no se la dejará en la mano en cualquier momento, pero no nombró a los cientos de cubanos que, precisamente por lo indigno de las condiciones de entrenamiento que le brinda el gobierno, se marchan de su tierra, y a los cuales, después les pide las remesas.

En realidad fue un discurso penoso, sin sustancia, en el que intentó hablar de todo, menos de soluciones a los problemas reales de un país en bancarrota total.  Pero eso no me asombra, porque es, más o menos, el estilo de siempre del presidente.

Eso sí, se le ocurrió la idea del siglo: convocar a una marcha del pueblo combatiente. Con la marcha veremos el verdadero amor del pueblo cubano por lo que tienen, muy pronto.

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