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CLARO, DÍAZ-CANEL: TIENES QUE SER UN HOMBRE FELIZ

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Por Anette Espinosa ()

La Habana.- Dice el impuesto presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, que es un hombre feliz, y estoy seguro de que ningún cubano se lo cuestionará. Es, tal vez, la frase más rotunda del mandatario desde que asumió el poder en Cuba en abril de 2018, por designio de su tutor, Raúl Castro, que no quiso poner a un general al frente del país.

Es más, hace mucho tiempo que Díaz-Canel es feliz. Desde hace 30 años tiene poder sobre los hombres, sus problemas resueltos, no hay limitaciones para él, mientras no se pronuncie, claro, en contra del sistema, y no lo hará, porque él es fruto del mismo y gracias al castrismo ha llegado a donde está.

Díaz-Canel no fue de esos políticos que en la campaña electoral hizo promesas de acabar con la pobreza, de cambiar el status quo, ni de ofrecer villas y castillas a los que iban a votar por él. De hecho, no necesitó de ninguna votación y le bastó con decir que lo suyo era la continuidad. No solo es feliz, también es fiel.

Díaz-Canel como todo buen delfín del castrismo no tiene otra opción que ser feliz. Su mesa siempre está bien servida, en el lugar donde vive no se va la corriente y si se cae el sistema eléctrico en todo el país, siempre tiene una planta a su disposición. La casa tiene una espaciosa piscina y no corre el riesgo de que nadie lo asalte de noche para robarle, porque decenas de hombres velan por su vida y la de su familia las 24 horas del día.

Tiene un Jet privado para los viajes largo. Y cuando aterriza, para que no haya problemas, lo mueven en un ómnibus moderno, super protegido, que siempre va antecedido por patrulleros.

Y si el viaje es corto, como hasta Santa Clara, lo hace en sus Mercedez Benz blindados o en un espacioso Hyundai Santa fe, siempre escoltado y super bien protegido.

No solo es feliz Díaz-Canel. También lo es la esposa, la no primera dama. No tiene que hacer labores domésticas. No lava, no cocina, no limpia, no se preocupa por nada. Lo de ella es solo estar atenta al último grito de la moda, aunque no le quede bien, y navegar por internet. Un hombre que garantice que la esposa sea feliz, tiene un alto por ciento de su felicidad resuelta.

Los hijos de la familia también son felices. Uno anda por Europa mostrando al mundo su nueva conquista, o al revés, porque creo que es la novia la que presenta en sociedad su nueva adquisición, y alguno de los otros ha tenido un par de jimaguas, creo. Y hasta los muestra en redes sociales, como para probar que la felicidad existe, porque los niños salieron rozagantes, vestidos para la ocasión hasta con gorritos suntuosos, mientras el resto de los mortales de la isla no tiene lo más elemental.

Díaz-Canel toma buenos wiskyes, fuma buenos habanos y cuando quiere desconectar se va a uno de esos lugares paradisíacos que tiene la isla y se pasa allí un fin de semana. Y entonces, y también antes y después, no se preocupa por la situación que viva la población, porque, a fin de cuentas, él solo vino a este mundo para ser feliz y no para preocuparse por los otros.

 

 

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