Por Yunior García Aguilera
Madrid.- Leticia Martínez, la propagandista oficial de Díaz-Canel, se empeña en usar la pandemia como ejemplo de una supuesta «dignidad nacional». Le recuerdo algunos datos que desmontan su narrativa. Sin muela.
– Solo en 2021 murieron en Cuba 167 645 personas. Y aunque el régimen solo reconoció unas 8 500 muertes por Covid, es evidente que ocultaron los números reales.
– Si se compara esa cifra con la del año anterior, descubrimos que en realidad fallecieron unas 55 mil personas más que en 2020.
– La Tasa Bruta de Mortalidad de ese año fue LA PEOR DEL CONTINENTE: 14,65 por cada mil habitantes. (En EUA fue de 10,4; en Brasil fue de 8,33; incluso en Haití fue de 8,68) Fuimos los peores en esa estadística.
– El empeño político de fabricar vacunas propias fue un fracaso similar al de la Zafra de los 10 Millones. a) No fueron avaladas a tiempo por la OMS. b) Al concentrar los recursos en su producción, dejaron de producirse otros medicamentos indispensables para la salud en Cuba. c) No fueron suficientes para cubrir a toda la población, así que hubo que importar, de todos modos, vacunas extranjeras. d) En países que adquirieron las vacunas, como México, recibieron un fuerte rechazo de la población por falta de aval, lotes vencidos, dudosa eficacia, y un uso más político que sanitario.
En resumen, el enfrentamiento de Cuba a la pandemia estuvo muy lejos de ser ejemplar, aunque la propaganda oficialista se empeñe en vender lo contrario. Y los efectos los sufre todo el pueblo de Cuba, incluso hoy, cuando proliferan nuevas enfermedades, las farmacias están vacías y los hospitales carecen de todo lo necesario para salvar vidas.
Leticia juega a ser la abogada del diablo, pero el infierno a su alrededor es más que evidente. De su Revolución, que ella confunde con «dignidad nacional» y unicornios azules, solo quedan necedad y cenizas.
