LOS CULPABLES NO ESTÁN FUERA… SON DE ACÁ

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Por Max Astudillo ()

La Habana.- Andan el castrismo y sus agoreros felices porque el presidente Trump y Elon Musk cercenaron de un tajo el dinero que daba la USAID a la disidencia interna, a los medios opositores, a los que le plantaban cara en cualquier parte. Piensan que ahora, sin esos montos no tendrán rivales, aunque continuarán adjudicándole a algunos aquello de que son ‘pagados por el imperio’.

Ellos se vanaglorian de que el mandatario estadounidense haya cerrado la referida agencia. Incluso, se burlan. Pero luego de lo sucedido en Río Cauto, dicen que la culpa de lo ocurrido allí -la protesta de una mujer y el reclamo del pueblo para que la excarcelaran- la tiene Miami, porque desde allí han pagado a los confundidos que protestaron contra el gobierno.

La pobreza endémica en la que viven los riocautenses no es culpa de nadie en Miami, ni en Estados Unidos son responsables de que los cubanos no tengan alimentos, medicinas, ropas, o no haya leche ni yogurt, ni nada que ofrecerle de desayuno a los niños o a los ancianos que, por miles, se sumen cada día al enorme ejército de indigentes.

La culpa de los males de Cuba no la tiene la Casa Blanca. Ni tampoco Marco Rubio. La culpa de los males de Cuba las tiene el gobierno. No hay otro responsable, ni otro a quien encausar que no sea a la familia Castro y toda su corte. Por su culpa, por sus políticas erradas, por su afán por esquilmar hasta el último céntimo del pecunio de cada cubano, estamos como estamos.

Luego, por casualidad, enciendes un día el televisor y en Con Filo, un programa de pseudos te dicen, para intentar ser empáticos, que es verdad que tenemos apagones, que hay escaseces, que no hay reparto igualitario de las horas de corriente, como si alguna vez hubiéramos sido iguales. Y entonces, vuelven los cañones hacia Estados Unidos, se centran en la USAID, en los dineros que ha dado Estados Unidos para apoyar la causa de los cubanos y que, posiblemente, algunos se hayan apropiado de una parte.

Ponen ejemplo, entre ellos el de Orlando Gutiérrez Boronat, uno de los que está en evidencia por el supuesto uso que le ha dado a los montos entregados por Estados Unidos para tumbar al régimen cubano y que no han dado resultado.

No se pregunta nadie en los medios cubanos, ni en esos programas que supuestamente usan para desenmascarar a los que se apropian de plata, de dónde sacó Sandro Castro el dinero para su bar EFE, di de dónde ni cómo importa las bebidas y la comida que vende allí. Puede ser una parte de todo lo que se robó el padre cuando formaba parte de la inversión en la planta nuclear que iba a construir el castrismo en Juraguá.

De allí se escaparon millones, que deben estar escondidos por ahí en lingotes de oro, joyas, obras de arte, inmuebles, bares o restaurante como el de Alex Castro, el fornido tío de Sandrito, el chistoso.

Igual, también podrían averiguar de dónde sale el dinero que le ha permitido a Mariela Castro adueñarse de una mansión tras otra. O a los sobrinos, los hijos del general López-Calleja y su tía Déborah. Ahí no mete la mano jamás la gente de Con Filo, ni el tonto útil de Randy Alonso, y muchos menos el despreciable de Humberto López.

A los medios llevan aquellos casos de los dólares que da Estados Unidos, que no solo se utilizaron para la disidencia en Cuba, sino como ayuda en muchos países del mundo, en algunos de los cuales, en África, por ejemplo, ya no hay alimentos para miles de niños, ni medicinas, solo porque Trump y Elon Musk decidieron cerrar el grifo.

Para ellos: los males de Cuba tienen su causa fuera. Los culpables también están allende las fronteras. El primer culpable es el bloqueo, mantenido por todas las administraciones estadounidenses desde Jonh F. Kennedy hasta la fecha, y lo jodido es que aún hay una parte del pueblo cubano, aunque cada vez más exigua, que lo cree. Esos no se han dado cuenta de que quienes cercenaron sus derechos y su vida no están fuera, sino dentro.

Mientras los jerarcas del castrismo han vivido a plenitud su vida, con poder, dinero, mansiones, aviones y autos de lujo, comida de primera, las mejores bebidas, viajes, vacaciones en paraísos de Cuba y el mundo, sin limitaciones algunas, el populacho quedó para aplaudir y obedecer. Para las limitaciones y hacer número, para corear consignas y marchar.

Los medios cubanos no se cuestionan a los que se han equivocado una y otra vez. Nadie interpeló jamás a Fidel Castro por los errores de bulto en su política económica, entre ellos el fracaso de la llamada zafra de los Diez Millones, por el éxodo constante de personas, por las muertes vinculadas al hundimiento del remolcador ’13 de marzo’, por los juicios sumarios o los fusilamientos, o por la caída en barreno de la economía.

Tampoco lo hicieron con el hermano. Por años esperaron que el hermanito menor dijera una frase más o menos llamativa para usarla siempre y se tuvieron que conformar con un ridículo «sí se puede», hasta que dejó su puesto al ‘políglota’ de Miguel Díaz-Canel, una vergüenza como presidente, sino fuera porque tiene ‘caquita’ en su expediente y tendrá que pagar por ella.

Sigamos pensando que la culpa de los males nuestros la tiene Estados Unidos, o que todo el que protesta en Cuba es pagado por la CIA o por gobiernos foráneos y no nos ocupemos de pelear por nuestra libertad, y veremos cómo desapareceremos como nación, si es que eso no ha ocurrido ya.

Entre el hambre, la represión sorda -porque son ladinos los represores cubanos- y la diabólica maquinaria propagandística de la dictadura, el cerebro de los cubanos que vamos quedando aquí sufrirá mutaciones sensibles y llegará el momento en que dejemos las casas y nos iremos a las cavernas, a vivir de hojas y raíces, que será lo único disponible, mientras algunos seguirán con su vida de opulencia de generación en generación.

 

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