Por Oscar Durán
La Habana.- 12 de marzo de 2025 y seguimos siendo los mismos de siempre. Algunos con I220-A, otros viviendo en Louisville en un tráiler, fulanita ya tiene su ciudadanía americana y se cree Melania Trump; menganito matando vacas en San Antonio de Cabezas y Miguel Díaz-Canel paseando en el Williamson Balfour Motors (BMW) dando órdenes en su paraíso fiscal.
Hemos cambiado muy poco desde 1959. A estas alturas deberíamos haber mutado hasta la guapería revolucionaria, pero seguimos en las mismas – aunque no lo creas-, predicando a toda hora el legado de Fidel Castro. En Miami, por ejemplo, hay más fidelistas que Trumpistas. Incluso, aquellos que apoyan a Trump tienen un Fidel por dentro y aún no se dan cuenta.
Esa vaina me encabrona. Tú los ves en las redes sociales alardeando porque viven en Cape Coral, son Republicanos y dicen abajo la dictadura. Cogen un avión, llegan a Río Cauto, van al acto de reafirmación revolucionaria y bailan con Fabré “A María la del barrio” y «El Apagón”. Ni chistan cuando vienen aquí. Y desde el avión borran todas sus publicaciones sobre el régimen castrista, por si las moscas.
¿Díganme si esa no es una manera de mantener vivo el legado del cenicero andante? Casualmente ayer llegó a mi barrio un ejemplo vivo del hombre nuevo cubanoamericano. En Facebook se hace llamar “El toletú anticomunista”; unos amigos lo llamaron para saludarlo y le pusieron a todo volumen la canción Patria y Vida. Salió disparado como una bala para su casa: “me van a embarcar y después la Seguridad no va a dejarme salir. Con eso no jueguen”, dijo el toletú.
Así no podemos acabar con este maleficio llamado castrismo. Los de aquí no movemos un dedo ni para sonar un caldero, mientras los de allá -que alguna vez fueron los de aquí- viran de su nueva vida a regalarle los verdes a Raúl Castro y a decir que “la política no es lo de ellos”.
Así andamos a menos de dos meses del primero de mayo. Todos a la plaza, muchachos, hasta en la calle 8 puedes desfilar sin problemas, total, si al paso que vamos al comunismo en Miami llegó para quedarse.
Perdonen la tertulia, pero ya no aguanto una mentira más. Entre Díaz-Canel, El Necio, mi vecino que llegó ayer de la yuma, Esteban Lazo, Cándido Fabré y todos esos guapetones de redes sociales, me tienen hasta la coronilla con su fidelismo interior.