Ramón García Guerra
La Habana.- «Taberna» es un poema escrito por Roque Dalton, quien llegó a Praga (1966) poco tiempo antes de que entraran los tanques soviéticos en la ciudad y aplastaran a un pueblo que exigía un socialismo con rostro humano. Luego con el poemario «Taberna y otros lugares», el poeta salvadoreño ganó ¡en 1969! -no olvide el dato- el Premio Casa de las Américas.
«Taberna» es un poema en donde se da un diálogo de saberes, algo que nos permite ver el mundo de cuerpo entero sin perder de vista los detalles. Roque Dalton nos cuenta en el poema lo que dicen cinco personas muy distintas -desde un joven anarquista hasta un cuadro del Partido, pasando por un pequeño burgués- que sentadas al borde de una mesa, opinan del mundo y de la vida en un país socialista con los problemas que tienen hoy Cuba y los cubanos.
Esto me está pasando hoy en el barrio. Pero con menos talento que el poeta, uso el Aleph para hacer antropología con los datos etnográficos que obtengo de un diálogo infinito con mi gente. La imagen que me da vueltas en la cabeza es la de un montón de tiñosas echadas encima de los restos de un cadáver mientras se disputan un trozo de carroña. Esta es la historia no contada de los nadies.
Sentados al borde de la mesa se encuentra un policía que fue reclutado en Granma cuando el sacrificio ilegal de ganado mayor dejó de ser para él un buen negocio. Luego está entre nosotros el que fue presidente del Consejo Popular, quien en esa época cobraba un peaje a los guajiros que venían a vender sus productos en el barrio. También han venido a la reunión el dueño de un paladar famosísimo en La Habana y uno de los proveedores de carne de cerdo más importantes de la empresa porcina del Estado. Finalmente está el anfitrión, un checo que vivió a una cuadra de la taberna U’Fleku en Praga -donde iba Roque Dalton a tomar cerveza- y que, además, compró una casa en el barrio e hizo de ella un hostal muy concurrido.
Carece de sentido que a esta hora nos preguntemos qué hacían esas personas reunidas en un hostal del barrio. Suficiente con saber que cada quién fue llegando con sus razones y se fue yendo con sus verdades en uno u otro momento de esta historia. Pienso en tal caso que lo que importa es lo que dijeron y lo que piensan del país en que vivimos.
Siento aún el sabor del café en los labios. Creo que todos tienen razón en lo que dicen y después de oírles se entiende por qué actúan como lo hacen y no de otra manera. Entiendo que la oferta de un puesto de policía en La Habana es irresistible para alguien que la está pasando muy mal en Media Luna hoy mismo. Luego, ¿cree usted que está mal que un funcionario de Estado entre en el negocio y cobre un peaje al que vende productos en el barrio, mientras que el hambre de la gente le importa un comino al Gobierno?
Entiendo la actitud del resto de los personajes en esta historia; cuando el dueño del paladar se blinda con clientes VIP-hijos de papá, o cuando los contactos en el Minagri le permiten al criador de cerdos vender por la izquierda, o cuando el checo logra vivir con 2,000 euros en Cuba como lo haría en Europa con 10,000 euros mensuales.