Por Arnoldo Fernández ()
Contramaestre.- No hay voluntad de escuchar, cuesta hacerlo. Cualquiera dice tres o cuatro cosas en contra de alguien y otros la creen, la convierten en su verdad.
No hay voluntad de salvarnos en medio de un naufragio que dura tanto, y son muchos los ahogados, los fantasmas, los mutilados, los sordos, los ciegos, los idiotas…
El país se desploma, sus horcones los pudre la mentira, la desidia… El tejado no aguanta una sóla piedra, ni una, llueve adentro como mismo afuera.
Ni el pan une, ni la pelota, ni el cerdo asado, muere el espíritu, muere y algunos fuman el tabaco más puro del mundo, cierran los ojos y hablan de un país que hace mucho tiempo sólo existe en su demagogia.
Simulan que les importa el país y el país se hace polvo ante la mirada anulada de sus mejores hijos.
Nadie hace nada por detener la caída. Nadie. Ya no hay virtud, o sí, la virtud está cercada por la burocracia, la virtud está muriendo, el país también, no existe voluntad alguna de redimirnos de este caos. El caos somos todos.