ERA MI CASA

Por Ghabriel Pérez de Holguín ()

Holguín.- Llena de gente anciana y sensible y amorosa, que no se sabe vivir sin ellos. Por eso cuando te dicen, ¿cuándo piensas marcharte de esta tortura de isla?, tú no sabes qué contestar.

Porque mis casas fueron de alegría sin fin. No había grabadora, pero el viento repetía constante la voz de Estelvina peleando con Sandalio el Volao, entre el guano, la tabla, la poca mampostería y alguna teja disimulada en canales que dividían techos a dos aguas.

Y de ahí nos fuimos mi madre y yo a calle Fomento y le escuchaba a Edmundo, mi padrastro, que en calle Agramonte estaba Mario Limonta. Yo no comprendo que Sandalio el Volao naciera en Guantánamo y no fuera holguinero, de pura cepa, si tantas veces oí que lo habían visto y se habían hecho fotos con él.

Después leí la máxima de Pablo Armando Fernández en su alegría de sentirse holguinero: “uno es de donde hace su bachillerato”. Y es el caso, Mario Limonta tuvo bachillerato y primeros éxitos artísticos en la radio de Holguín.

Por eso el mito de intentar acercanos a aquel hombrazo, el vozarrón que procuraba imitar cualquier muchachito de mis cercanos y hasta pretendíamos, a su estilo, desenfundar el machete como en San Nicolás del Peladero.

Y éramos, a ratos, el sargento Arencibia o Ñico Rutina o Cheo Malanga, también los personajes de “Alegrías de Sobremesa”.

Voy a ese tiempo y escucho: Rita Pranganillo, Estervina Zuasnábar y Zubizarreta, Melesio Capote… nombres y dicharachos: ¡Qué matá te voy a dar!, ¡Cuidado, que yo me subo y hago maromas!, ¡Pa’ que me respetes!, ¡Qué vida más sana, qué aire más puro! Porque la vida era una comedia. Lo trágico es ahora, cuando la gente se nos va con la misma facilidad a las tumbas, los aires y los mares lejanos.

Miro la foto de los mulatísimos, que escuché y vi «fajados» siempre en radio y televisión, y según dicen, se fueron fieles de este mundo, como la bella pareja de Celia Cruz y Pedro Knight. Miro la foto, ¡envidia azul!

Según Luis Alberto García, Mario “se fue a la Aurora”. Lo cierto es que a la aurora y al crepúsculo uno necesita regresar hasta esa gente del barrio y la familia. Nuestra gente. ¡Qué gente, caballero, pero qué gente!

Check out our other content

Check out other tags:

Most Popular Articles

Verified by MonsterInsights