Por Pedro Monreal (El Estado como tal)
La Habana.- Las medidas anunciadas, lejos de demostrar “el avance” en el programa del gobierno cubano para 2025, muestra el temprano fracaso de los instrumentos económicos que prepararon y el habitual repliegue a la zona de confort de los mecanismos administrativos.
Forzar topes de precios minoristas del arroz y los frijoles de producción nacional no solamente muestra incompetencia sino también temeridad. Es populismo trasnochado que no resuelve el déficit estructural de la oferta agropecuaria de Cuba.
Es preocupante que funcionarios locales digan que si los vendedores no ofertan al precio topado “se cerrará el puesto y se tomarán las medidas pertinentes”. Obviamente no sería un incremento de la oferta nacional porque la magia no funciona en la economía.
Más preocupante aun es que la televisión divulgue, sin hacer comentario razonado alguno ni presentar otro punto de vista, la propuesta de una consumidora de que “abran los candados” de los puestos de venta cerrados.
La alucinación voluntarista también se manifiesta en la letanía de “buscar” encadenamientos productivos” en ausencia de cálculo económico, escasos incentivos laborales, baja inversión, precios distorsionados, y multiplicidad monetaria y cambiaria.
El anuncio también incluye otras perlas como llamar “reordenamiento del comercio” a la discriminación del sector privado, y hablar de “recuperar la atracción de inversionistas extranjeros” en Mariel, un enclave efectista que en rigor no ha sido exitoso.