TRUMP Y PUTIN LE HACEN A ZELENSKI LO QUE JRUSCHOV Y KENNEDY A FIDEL CASTRO

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFETRUMP Y PUTIN LE HACEN A ZELENSKI LO QUE JRUSCHOV Y KENNEDY A FIDEL CASTRO

Por Max Astudillo ()

La Habana.- El presidente de Estados Unidos se cree con todo el derecho de negociar la paz en Ucrania. Y lo hará con el mandatario ruso, Vladímir Putin, y sin tener en cuenta a Vladímir Zelenski ni a Europa, al menos por lo que ha acontecido hasta ahora, luego de una conversación telefónica entre los dos primeros, y una reunión de sus cancilleres.

A Zelenski no le ha gustado nada. Ninguno de los temas que se han puesto sobre la mesa le ha sentado bien al mandatario ucraniano. Se habló de elecciones y no le cuadró, tampoco de que no habrá tropas estadounidenses en su territorio, ni de que perderá todas esas tierras que las tropas rusas se anexaron.

Sin embargo, lo que más le duele es que no haya sido tenido en cuenta, que su opinión no importe, que haya quedado como el marido abandonado, que no tiene derecho a poner condiciones, porque el verdadero dueño será quien decida lo que se hará y lo que no. A Europa también le pasa lo mismo, por eso el correcorre de Macron y sus llamadas y reuniones con el resto de los líderes de la UE.

No estoy en la piel de Trump, pero tal vez piense que para qué los van a llevar a la mesa de negociaciones, o los van a consultar, si en tres años de conflicto fueron incapaces de ponerle fin.

Ahora, los líderes europeos se lamentan, mandan mensajes subliminales al inquilino de la Casa Blanca, y Zelenski anda como el perro con el rabo entre las patas, de un lado a otro, acusando a los europeos de cobardes y a Trump de estar influenciado por la propaganda rusa, pese a que los medios de Moscú están silenciados en medio mundo, y más.

Alguna información debe tener el presidente de Estados Unidos para tomar estar determinaciones, las de apartar a Europa de las pláticas para la paz y poner a Zelenski a un lado, luego de advertir que solo el cuatro por ciento de la población ucraniana le mantiene su respaldo, una cifra demasiado baja como para considerarlo un interlocutor legítimo.

La posición de Zelenski recuerda a la de Fidel Castro, luego de que John F. Kennedy y Nikita Jruschov, presidente de Estados Unidos y Secretario General del Partido Comunista de la URSS, por ese orden, lo dejaran al margen y negociaran el fin de la llamada Crisis de los Misiles, en octubre de 1962, que terminaría con la salida de los cohetes nucleares de la isla caribeña.

Jruschov le envió una carta a Castro el 30 de octubre, en la que le contaba cómo habían sido las cosas, y el tirano caribeño, al verse relegado y olvidado, respondió con dolor en otra misiva extensísima, en la cual reprocha al dirigente soviético la forma de actuar.

«No veo cómo puede afirmarse que fuimos consultados de la decisión tomada por usted. Nada puedo desear más en estos instantes que estar equivocado. Ojalá sea usted quien tenga toda la razón», decía Castro rabioso de dolor, pero cuidadoso de herir al que sabía que era su tabla de salvación.

Luego, como tratando de no aparentar que era él solo el adolorido, le decía a Jruschov, en la misma carta: «No son unos cuantos como le han informado a usted, sino muchos los cubanos que en este momento viven instantes de indecible amargura y tristeza».

La «amargura y tristeza» a la que hacía referencia no era porque el líder soviético hubiera evitado un ataque a Cuba, un baño de sangre, incluso un bombardeo nuclear, sino porque su ego estaba herido, golpeado. Los grandes lo habían echado a un lado, como si su opinión y sus condiciones no contaran.

Ahora sucede igual: Trump y Putin se ponen de acuerdo y Zelenski, y tal vez Europa, tendrán que tragar.

Esas cosas pasan. Cuando los leones comen, las hienas y los zopilotes tienen que esperar, para ver si queda algo. Es la ley de la selva y la de la alta política.

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