Por Yoandy Izquierdo Toledo ()
Pinar del Río.- Mañana es el día de San Valentín, el día del amor y la amistad. Para muchas personas el amor no existe si no se hace público. Entonces mañana se saturan las comunicaciones con mensajes de cariño, todos ellos expresión del más universal de los sentimientos. Cada uno de nosotros ha vivido la experiencia del amor en sus múltiples dimensiones. Sin embargo, habiendo dejado explícita mi felicitación a todos en este día, me gustaría apuntar brevemente algunas ideas sobre el valor de la amistad desde una óptica que pocas veces nos detenemos a meditar.
La verdadera amistad perdura con el tiempo, se fortalece cada día e incluso, a pesar de las distancias se le puede mantener. Todos tenemos esos ejemplos en nuestras vidas y hoy muy seguro les estamos recordando. Eso sí, para llegar a ese grado de interacción, que no conoce de magnitudes como el tiempo o la geografía, se necesita mucha sinceridad, entrega mutua y trascender el egoísmo que nos hace encerrarnos en nosotros mismos. Es saber que a veces anteponemos los problemas del otro a los nuestros, como muchas veces alguien que bien te quiere hace lo mismo por ti. Es saber encontrar un puerto seguro donde pasar la tempestad, recibir el mejor consejo desde el conocimiento pleno de nuestras fortalezas y debilidades, y también ¿por qué no? es el lugar perfecto para la transparencia. En la amistad somos nosotros mismos sin recriminaciones, en la complicidad de las soluciones que supone el azaroso camino de la vida.
La amistad, en el sentido del crecimiento personal, es un aprendizaje constante a través del intercambio de ideas. Quizá es el mejor parlamento porque no tenemos miedo a la censura, sino que creemos en el poder de la opinión del otro, la solicitamos, la valoramos y si discrepamos lo hacemos desde el máximo respeto. Lástima que frente a otras situaciones que se nos presentan no seamos los suficientemente “amistosos” y nos volvamos intolerantes, excluyentes y hegemónicos.
Otro de los frutos de una buena amistad es que contribuye a educar a nuestra inteligencia emocional. A veces vivimos y practicamos con los amigos una serie de actitudes que nos preparan para enfrentar mejor la toma de decisiones a otra escala o en otro tipo de relaciones humanas. También, podemos añadir que la buena amistad no se encapsula, es una unidad viva que teje comunidades o redes de amigos, que crece, que suma, que nuclea.
En una dimensión mucho más amplia tenemos a la amistad cívica o convivencia social. Es aquel grado de civilidad que permite, así como se vive a escala personal, unir en la diversidad, respetar y aceptar el modo de pensar y actuar aunque no comulgue con nuestros estilos de vida. La amistad cívica es mejor visualizada en las sociedades que respetan los derechos universales de toda persona, donde existe verdadera libertad, donde la dignidad está por encima de credos, ideologías y todo tipo de divisiones.
Es cierto que todos hablamos más del amor; pero celebremos también y todos los días del año, el regalo de la amistad. Cultivemos la rosa blanca, que es el mejor regalo para pasar de la amistad que une a los amigos, a la amistad cívica que aúna esfuerzos, voluntades y carismas.
¡Feliz día!