VIVAN LAS ALMAS BUENAS

LECTURASVIVAN LAS ALMAS BUENAS
Guillermo Rodríguez Sánchez
Ciego de Ávila.- Hace como un mes y medio este, andaba en plena campaña para comprarle la casita a la maestra avileña de preescolar Evelyn, quien tenía a su mamá muy anciana en cama con un enorme tumor orbital y la vivienda de tablas en derrumbe, sin baño, cocina, ni ningún electrodoméstico.
Entonces recorría yo Ciego de Ávila completo recogiendo mil pesos por aquí, dos mil por allá, cinco mil por acullá, hasta llegar a más de un millón de pesos y cumplir el objetivo con la colaboración de todas y todos ustedes.
Y en una de esas casas a donde fui, me salió una mamá que dio 1 500 pesos extraídos frente a mí de la caja de zapatos donde tenía los ahorros para comprarle un par de zapaticos a su hija de cuatro años.
Los cogí porque ella quería sentirse parte de lo que estábamos haciendo y porque la niña misma, en toda su exquisita inocencia, decía «cógelos, cógelos».
Luego le conté lo sucedido a una amiga, esa amiga a otra que tiene una percha de ropa infantil y ella le regaló unos preciosos zapatos verdes. Ese día subí un emocional post al respecto.
Pues bueno, te cuento que ese mismo día la seguidora Mily Domínguez Ale Aragón me escribió conmovida desde EE.UU lo siguiente: «esa niña y su mamá van a ver multiplicado su bellísimo gesto, le voy a comprar ropa, zapatos, peluches y confituras a la nena».
Ya te dije al principio, hacen casi dos meses de esto. Entonces ahí te va sin más rodeos.
Dos días atrás llegaron las cosas desde Camagüey, una amiga de la seguidora las guardó varias semanas y un chofer las trajo gratis hasta mis manos.
Hoy fui a la humilde casita, puse en las delicadas manitas de la nena los peluches y todo lo demás y disfruté la tímida alegría en su infantil rostro.
Esta vez el karma positivo se impuso, el lunes una niña irá a su círculo infantil con ropa, zapatos, mochila, termo de agua nuevo, lápices, crayolas, plumones y tendrá un peluche preferido para abrazar por las noches.
No serán los zapaticos de rosa, el apóstol es insuperable, pero es una historia también digna de libro.

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