¿QUIÉN DEBE RESOLVER EL PROBLEMA DE CUBA?

CUBA¿QUIÉN DEBE RESOLVER EL PROBLEMA DE CUBA?
Por Dagoberto Valdés Hernández I ()
Pinar del Río.- El cambio de gobierno en Estados Unidos, la nueva Alta Representante para Asuntos Exteriores de la Unión Europea, la asunción de gobiernos democráticos de centro y de derecha en varios países de la región, entre otros factores que confluyen para crear un ambiente internacional favorable a las democracias, han provocado el aumento de las expectativas de cambio en Cuba.
Sin embargo, creo que son mucho más importantes, y del todo decisivos, los escenarios que se han ido conformando al interior de nuestro país, y que, con más razón, aumentan la esperanza de que un cambio pacífico y verdadero pueda darse en Cuba. Especialmente destacan tres de ellos:
-A partir del 11 y 12 de julio de 2021 en que ocurrieron aquellas manifestaciones pacíficas y masivas a lo largo y ancho de toda Cuba, quedó claro para el mundo y también para los cubanos más escépticos, cuál era la voluntad y la principal aspiración del pueblo cubano: Libertad, Patria y Vida. Cayó el mito del apoyo mayoritario y de que los que disienten son grupúsculos insignificantes. Los análisis sobre Cuba son otros a partir del 11J.
-La gravísima crisis estructural y sistémica terminal que ha demostrado la ineficacia y la ineficiencia crónicas del modelo cubano. Otros dos mitos cayeron: el del Estado benefactor y el de “que nadie quedará desamparado”.
-Se ha consolidado un estado de opinión generalizado y extendido a todos los sectores de la sociedad cubana, como nunca antes, de que “esto no aguanta más”, de que los cambios estructurales y sistémicos son la única salida de una etapa y un proyecto que fenece.
En resumen: que nadie, o casi nadie, se plantea hoy en Cuba si es necesario un cambio profundo hacia la libertad, la democracia y la prosperidad. Ese cambio es el clamor mayoritario de nuestro pueblo.
Ahora lo que nos preguntamos es el “cómo” y el “cuándo”. Sin embargo, considero necesario y urgente, comenzar a preguntarnos el “quiénes”.
*El “quiénes”*
En efecto, es indispensable que reflexionemos acerca de quiénes deben ser los protagonistas del cambio estructural en Cuba. Subrayo: quiénes, no quién. Porque considero que el cambio hacia la democracia debe ser con métodos y participación democrática desde el inicio. Es hora ya de que los cubanos abandonemos la fatídica herencia de caudillismos, populismos, mesianismos y “hombres fuertes”. Es absolutamente indispensable dejar de hacernos esta única pregunta: “¿quién es el líder para el cambio en Cuba?”.
Es necesario pasar a preguntarnos acerca de quiénes tienen ideas y proyectos alternativos de país. Preguntarnos quiénes y cuáles son los que proponen programas de políticas públicas para el futuro de Cuba. Es hora de que los cubanos compitamos por propuestas cada vez más posibles, eficaces, efectivas, participativas, democráticas y no que nos pongamos a inflar o competir entre currículos individuales.
Ahora que las nuevas circunstancias internacionales, unidas a la situación crítica irreversible interna, nos motivan a pensar en cambios reales en Cuba, entonces es hora de que los cubanos no volvamos a “esperar” que las soluciones de los problemas de Cuba vengan de fuera. Nada verdaderamente bueno y aceptable para Cuba puede venir de fuera si no tiene su inspiración, su origen, su protagonismo y su responsabilidad dentro de nuestro país, entre cubanos.
*Las propuestas*
Digámoslo una vez más, especialmente ahora que estas propuestas tienen una resonancia muy especial:
1. Los cubanos somos y debemos ser “los protagonistas de nuestra propia historia personal y nacional”, como dijo el Papa San Juan Pablo II en su inolvidable visita a Cuba en 1998.
2. Nadie debe venir a hacernos nuestra tarea. Ningún cubano debería “sentarse” a esperar que otros vengan a resolvernos nuestro problema.
3. Los cambios hacia la libertad, la democracia y la prosperidad en Cuba son responsabilidad de todos los cubanos, los que vivimos en la Isla y los que viven en la Diáspora.
4. Somos nosotros los cubanos los que debemos decidir: qué cambios, hacia dónde esos cambios, cómo los haríamos, cuándo los haríamos y quiénes lo harían. No se trata de nacionalismos trasnochados, se trata de responsabilidades propias e ineludibles, abiertas al mundo.
5. Ningún apoyo internacional será posible y significativo si la iniciativa, la responsabilidad y el protagonismo de los cambios en Cuba no surgen, se explican, se realizan y se sostienen desde dentro de nuestra nación, por parte de nosotros los cubanos.
Estas son las urgencias que debemos resolver entre nosotros, estas deberían ser las fuentes de nuestra verdadera esperanza realista.
Crearnos falsas expectativas venidas de fuera, solo producirá grandes frustraciones si los cubanos no asumimos nuestra propias responsabilidades personales, cívicas y políticas.

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